miércoles, 21 de diciembre de 2011

cafecitos 1





Café del colegio de abogados, probablemente el sitio donde se consiga lo mas parecido al agua servida, encubierta bajo la forma de un café
Se encuentran dos colegas conocidos, hace mucho no se ven, y van siempre a ese horroroso sitio, sabiendo que la pobreza del líquido con el que llenan sus gargantas, le da una especie de poderes urbanos para seguir en la dura tarea de patear la calle.
Una es grande, con varios años en la profesión, se la nota cansada, agotada, detesta su ejercicio diario de "ganarse la vida" pero ya la aceptó, de algo había que recibirse, y tal vez la abogacía sea como ese gol que se le niega a cualquier negado, o ese vaso de agua de las siestas litoraleñas, si tenes dudas, y miedos, recibite de abogado, que una alegría, por lo menos tendrás.
El otro es joven, se recibió por opción pero también desprecia la profesión, no la ejerce y desprecia todo lo relacionado a ese mundo, solo la doctora a quien ve como su mano ajena y ese cafe, le generan cierto coqueteo del "porque no me atrevo" a entrar a este que en definitiva es mi lugar.
La conversación es simple, plagada de vicios de la profesión, el mas joven comenta algo al pasar, casi sin importarle, pero buscando la respuesta en el rostro de la experta.
La otra lo mira como si recién hubiera abierto una ventana en el medio de las sierras y el rebote del sol, le sonroja la cara. 
-Me decís esta noticia, de la misma forma en que me dirías, pago yo el café, o las medialunas de jamón y queso, son mejores cuando la cortas con manteca y no con margarina. Deja de privatizar tu alegría en terceros y disfrutá!.
- Es que contesta el joven, es como la felicidad de los desencantados, ganas el bingo, pero sin ser jugador, te regalan alcohol, cuando estas en rehabilitación, eso me pasa a mi con esto.
-Ah y el sueño de tu vida (recordó la experta que el sueño de la vida, frase trillada si las hay, del joven era precisamente ese) vos lo hubieras cambiado o dejado?
Si respondió apresurado el joven, casi como si hubiera terminado un coito sexual fugaz.
No te entiendo, sos como el riachuelo, estas siempre quieto, pareces muerto, hay vida en tus margenes y vos te atas siempre a algo.
-Es por ella!!, dijo sin vueltas el joven, aunque no era una respuesta que tenia pregunta
La experta abogada, con unas manos anchas, y que vestía como si tenia ropa compradas en un montón de lugares y ella hubiera hecho su propio retazo; por piedad le preguntó 
-y quien es ella?
Mi utopía dijo el jovencito
-Ah si, tu utopía y que se supone que es eso?
Nada, algo que encontrás y después decis buhhhh, es como un sueño que te asusta y lo dejas ir.
No te entiendo, dijo malhumorada la experta en derecho de familia; pagó los dos cafes y salio disparada a visitar un cliente, no sea cosa que de que esta charla le haga poner en jaque lo obvio.
El joven salio por la puerta de la calle corrientes y escuchaba las frases del tema de dos minutos "todo puede ser por una mujer... todo puede ser por algún billete"

domingo, 13 de noviembre de 2011

El cama coche




A veces voy donde reina el mar
Es mi lugar… llego sin disfraz

 Dudaba en realizar este viaje, en realidad la palabra duda por allí no es la mas exacta para describir, mas bien no sabia porque tenia que subirme a ese colectivo, tener que disponer 14 horas (28 horas si consideramos el ida y vuelta) tan solo para tener algo que hacer durante el fin de semana. Probablemente la verdadera intención del viaje, sea otra y tenga que ver con mis convicciones y con la forma en que deseo que mis principios sociales se lleven a cabo. Tal vez la razón real fuera escaparme de la nostalgia que me apabulla estos días e ir al litoral seria de alguna manera un pretexto justificable de dormir un poco mas, no tener que ir al microcentro y no tener que dar excusas, a esta altura ya ridículas sobre mis faltas permanentes en el trabajo.
El micro que me llevaría al norte era sofisticado, elegante pero pequeño. Me acordaba que 6 o 7 años antes, cuando fui a vivir a Buenos Aires, el micro que me había llevado eran de esos donde se percibía que la gente iba a buscar su aventura a la ciudad o de alguna manera personas que estaban convencidas de dejar para siempre sus calles, sus historias y reinventarse en esa ciudad, en la ciudad de las capitales, allí donde el, el supremo atiende. Puede sonar muy a música que hoy ya no la canta ni un León Gieco, pero en ese momento era así. 
Hace 7 años y a diferencia de hoy, ir a vivir a Buenos aires implicaba un salto de continente, hoy viajar a Buenos Aires es como cambiar de modelo de celular; pero a lo que iba es que me tomaba ese colectivo que 7 años atrás, no era por elección, sino por opción, una opción puramente económica, que no me daba comodidad, que no me daba servicios, que tampoco se si me entusiasmaba, pero que me llevaba encapsulado a una nueva vida o  a tratar de gestionarme un nuevo ser, frente a lo que había sido.
Hoy contemplo el ómnibus en el que estoy subiendo los escaloncitos y veo todos estos cambios y  si bien nunca me interesó la sociología para saber si estos cambios o transformaciones han sido buenas o malas, hay algo en lo que todavía estoy seguro; me sigue pareciendo rimbombante, las valijas y las ropas de quienes van abordar ese micro y comienzo a temer, a temer de lo que fui y en definitiva estoy convirtiéndome.
 Todo cambio tanto  en estos siete años, esa gente anteriormente no hubiera subido jamás a un ómnibus, y eran usuarios frecuentes de los  aviones, de la intriga de los cielos, del confort de las nubes y de las dos horas de volar. Hoy por el contrario, el viajar en ómnibus termina siendo una forma de demostrar un pretendido crecimiento social. Dudo de mi apreciación porque en definitiva yo estoy con ellos, evidentemente elijo este colectivo y no otro, pero me ha sacado mi madre el pasaje asegurándome una mejor forma de viajar y de poder llegar mas descansado. No opongo resistencia, tal vez porque deseo irme este fin de semana a como de lugar y esta es la mejor forma de secuestrarme, familiarmente hablando.
Todavía no lo he hablado con la Dra. Hoy la doctora es el anclaje hecho en forma de comprimidos que me permite soportar la cotidianeidad de los amores fugaces y esa doctora presentada en formas tan apretujadas, siempre me dan respuesta. En esta ocasión no hubo forma de hablar con ella pero aun como instrumento de defensa siempre pretendo crear un aura o una especie de rebeldía en mi imagen. Es cierto que ya he pasado los 30 y el que lea esto diría que en realidad me encuentro frente a una crisis tardía, mas que a una forma de  demostrar propósitos reales y exigentes de cambio,  pero yo creo que es todavía la unica forma de reBelarme, rebelarme de mi mismo, y de mis cambios, saber que esto fui, saber que me he construido a esta manera. Es como que busco indirectamente el no acompañamiento, el rechazo, el comentario y la mirada de reproche. No lo entiendo y no se si vale la pena contárselo a la doctora, la consulta ha subido y hay que exprimirle tiempo. Estas historias fugaces y que pronto se licuarán seria agregar algo insignificante a cuestiones sensibles que todavía no se resuelven y si requieren un blindaje mas fuerte por parte de ella y su sillón.
La noche anterior había tenido una fuerte borrachera, y aún recordaba a una de las mujeres con las que estuve presente en esa fiesta. Por supuesto no sucedió nada, pero su recuerdo, hablándome sobre lunas y esperando que sea yo quien la tomara y la lleve a dormir a su casa, cuando semanas antes me las había cerrado, potenciaba aun mas mi malestar y mis mareos, ya tradicionales al subirme a todo objeto en movimiento. El hecho de que el pasaje venga casi vacío me dio cierta sensación de poder divagar internamente y sucumbir ante mis cada vez precoces e infantiles proyectos que creía inventarme en el mediano plazo para salir de la monotonía eterna que estaba rodeándome; no obstante me alegró esa sensación de pequeña y limitada libertad que podía tener en el coche cama de mi ómnibus.
La persona que se presentó ante nosotros como directora de servicio a bordo no era mas que lo que comúnmente se conoce azafata. Es como una moza de tierra permanente, siento que esos personajes rompen la esencia de un viaje, digo no hay misterios, está todo empaquetado, somos un pequeño packaging, un container para exportar y esa directora de servicio a bordo seria como nuestro despachante de aduana. A veces me pregunto porque lei tanto a Kerouack, tanto a la generación beat si mis viajes son  imposibles (de lo cotidiano y mundano) para siquiera todo aquel amateur que decide lanzarse a la conquista del viaje.
Tenía poca carga en el equipito para escuchar música y este inmediatamente decidió dejar de ser mi ansiolítico natural y solo me acompaño 40 minutos del viaje. Era buena la música que estaba escuchando y eso me dio pena, no tanto por no haber cargado la batería del equipito, sino porque eso me llevaba indirectamente a transformarme en un actor de reparto del coche cama y caer ante todos los servicios que el mismo ofrecía y lo que es peor, ser una especie de psicólogo distante de las conversaciones que allí se producirían.
Las conversaciones en estos reductos me dejan sin respiración, no soy asmático, pero me gustaría poder quedarme sin aire, no hay forma de escapar, es estar herméticamente cerrado en una habitación ambulante, en el vídeo lullbay de cuando The Cure hacia buenas cosas, en una habitación de pensión donde todos son amantes y uno simplemente el cuidador nocturno, que debe permanecer vigía a la conversación continua y obscena que allí se dan.
A dos asientos delante de donde yo iba (yo tenia el ultimo lugar) y como una isla en agonía tenia recién a 3 asientos a las personas mas distantes. Me gusta esa sensación de rechazo que muchas veces proyecto, es un buen indicio de mi lucha interna. Lo cierto es que  mientras disfrutaba de mi pequeño ego a los gritos comienza a iniciarse una conversación, y como es común en estos casos, producto del click de finalización de una llamada telefónica de un celular.
El sujeto que cortaba la llamada es quien a simple vista uno identifica como quien acaba de llegar de un viaje y necesita de forma urgente buscar un interlocutor a quien comentar sus aventuras. Son hábiles estos tipos, no son ellos quienes inician el dialogo, pero cual hiena hambrienta siempre arman los escenarios para que una presa caiga, para que se interese, para que el, por un breve instante tome el rol protagónico un rol muy efímero, pero  que le sirve para seguir construyéndose cada vez mas. Yo por un tiempo lleve ese tipo de pelajes y perfeccioné mis tácticas. Sinceramente hoy me aburren pero decidí ver el truco del aprendiz.
A grandes rasgos el guión  de la puesta en escena es simple, se utilizan palabras puntuales, generalmente destinos exóticos que se visitó, el nombre de una compañía aérea, algún momento de sosiego, lugares escondidos para muchos, mas no para aquellos oportunistas de los viajes y fundamentalmente la vestimenta. El ropaje es el salvoconducto, es la piel que produce el efecto camaleón en estos sujetos.
El camaleón en cuestión luego de cortar su llamada telefonica, sabia que la presa había caído a sus mandíbulas, en este caso, una mujer de unos de aproximadamente 50 años, a primera vista muy mal llevados muy mal llevados, que sin dudas de forma inocente repregunto sobre la experiencia. Ahí tenemos a la  típica victima.
No escuché el destino que la hiena mencionó, pero me sorprendió ver su atuendo que uno a simple vista podría identificar como incaico, aunque no creo que los incas hubieran tenido los huevos de meterse semejante colorinche en el cuerpo-.lo cierto es que esa vestimenta, que hoy se nos presenta como inca, uno la puede encontrar  hasta en la Antártida. Sabido es lo avanzado y conquistador que fue el imperio inca, sin embargo hoy estarian maravillados que sus supuestas vestimentas se hayan traducido en una vestimenta uniforme en todo el territorio. Ni san martín, ni bolívar, ni Sandino ni el che,. Un aguayo y un buzo inca han sido los libertadores de America del continente.
Frente a esto uno se imagina la situación y la prosecución del relato por parte de los involucrados: pueblos distintos, el valor de nuestra moneda, que las culturas son diferentas, que  tenemos que adaptarnos, que argentina es lo que sea, pero que somos otros pais, que la naturaleza enigmática, que nos distinguimos, que la experiencia,. que hay que hacer este viaje, que es único, que se suspira, que se haría la paja (y que todos deberíamos hacernos la paja con la vista del Machu Picchu) imponente, aunque sea una vez en la vida, etc.
Si existiera un diccionario de lugares comunes, este tendría que ser lo suficientemente arrogante y prolijo y no permitir o por lo menos clausurar por un tiempo, entradas de este tipo de conceptos. La categoría viajes iniciativos deberían ser dejados de lado, en definitiva porque sus personajes no son mas que hologramas encadenados que aparecen y flotan en disitintos lugares de la superficie, con un claro y único propósito, encontrar y violar con nuestros discursos a indefensas personas, que gentilmente nos dedican su tiempo.
Ese patrón de conducta habitúe en los viajeros, hoy me ha hecho ver mas legitimo, mas genuino una persona que me dice "viajo 5 días al lugar mas concurrido del mundo, llámese la plata del mar o las sierras de la Córdoba", a tener que escuchar comentarios y experiencias en teoría peligrosas y con olor a aventura, pero que que hoy se leen en cualquier revista de peluquería y antes solo estaban en manos de  Hemingway.
Malditos adictos, y maldita forma de encarar la lectura. Hoy todos queremos ser hemingways, hoy todos queremos buscarnos encontrar nuestras propias aventuras, siempre y cuando nos tomemos el suficiente tiempo para encontrar inmediatamente algún receptor, cual antena radial en la época de la resistencia comunista que amplifique nuestro relato y que otros alumnos de la escuela" quiero ser un viajero aventurero" puedan tomarlo
La mujer de adelante, mejor dicho la victima del triste relato,  seguía atenta a la voz firme y poetisa y preguntaba, de forma permanente; no cabe duda que se encontraba en extasis, internamente todo este abanico de palabras que su compañero de ruta de 12 horas le transmitía era una copula que había quedado en el tiempo y sentía como cada una de estas palabras firmemente potenciadas por este turista de la nada, llenaban su sexo y esparcían vida por sus ya abandonadas y poco visitadas carnes.
Que mejor que un turista de la palabra, o alguien que viene de visita, para que ella pueda ser la guia turística de su territorio, de mostrarle sus abandonados y perdidos caminos, para dejarle un ritmo mas de luz a ese espacio perdido en un tiempo sin destino.
Es probable que el actor incaico se haya extasiado a medida que incoherentemente seguía con su relato y dio todo lo que podía de si, pero necesitaba que entre sus remolinos de frases asquerosas, hubiera una pared que devolviera su mierda en forma de sahumerios; aparte y esto me estoy olvidando de comentarlo y de pensarlo, siempre necesitas alguien que aunque sea  internamente tenga una noción de lo que le cuentan, y permita refutar  el dialogo vacío, el espiral cerrado-. Destino circular de palabras solo para uno. Pero si eso no se da, el comentarista de ocasión queda extenuado, la conservación queda trunca, acto seguido pronto llegaría la cena, el viajero tendría que ahorrar saliva para una futura victima que encuentre en su ciudad, y la mujer pese a ese abrupto corte,  esperaba que esas salivas que asolaban de su entrepierna sean su viaje hasta el almuerzo familiar del otro día.
Evidentemente la mala sensación seguía presente en mi, por lo que decidí acostarme y no aprovechar la cena del ómnibus. Por la borrachera que me había agarrado el día anterior había vomitado casi todas mis esperanzas de una vida tranquila y aunque tenia apetito, no tenia fuerzas para incorporarme de la posición 180 grados en la que estaba inmerso, por mas que el menú- salvando las distancias a una comida decente- a primera vista parecía tentador.
Simplemente en posición fetal y ya con las zapatillas sacadas, decidí mirar el ventanal y tratar de quedar en blanco, paso previo siempre a saber que por el contrario la cabeza no la tendré en paz y seré un caleidoscopio de imágenes pasadas y a proyectar. Creo que empecé a dormitar y sentí una mano que me acariciaba y tocaba, como solo una mujer bien amada sabe hacerlo; una caricia en el pelo prolija y medida, con la duración necesaria para evitar doble entendidos.
Inmediatamente pensé en Liz, en todo este tiempo solo Liz me había acariciado de esa forma, ella sabia que pese a cualquier escudo o fuerza, seria un zángano que todo lo dejaria por su abeja reina cuando ella empezaba a acariciarme el pelo de esa forma. Tal ves mi relación con Liz solo estaba sustentada en sus trabajos meticulosos sobre mi pelo y en mi caso estirarme sobre  las anchuras de sus flacas piernas.
No recuerdo como se denomina a ese estado, donde uno esta soñando pero es conciente del sueño y hasta incluso puede manejar el sueño a su antojo; pero como no lo se, es probable que haya estado despierto. Volví a pensar en Liz solo porque hace mucho que no lloro y se que ella en su distancia imaginaria`por ahí me podía intentar sacar una lagrima, en realidad no ella, sino todavía acordarme cada rincón del espacio en donde compartí con ella; no se llora por las personas, se llora por esos espacios ocupados y que hoy han sido despojados por recuerdos.
En ese asiento de colectivo donde ya mi culo empezaba a hundirse podía ser un perfecto cartógrafo de ese diminuto tres ambientes ubicado en una de las peores zonas de la ciudad donde vivamos con Liz, al que sin embargo hoy lo veo siempre lleno de vida y luz, y recuerdo absolutamente hasta cada pedazo de miga que quedó bajo el piso de parquet, luego de haber compartido un sándwich, nosostros y los perros
También intento llorar porque en todo este tiempo de nuestra ya irremediable separación he escrito y publicado sobre un sinfín de cursis personajes, historias falsas, gentes desconocidas, redes sociales, letras musicales, lenguas de ocasión; incluso  sobre cortos y pobres amores que creí renovar y salvo en formas ocasionadas o deforma indirecta mezclándola con falsos personajes nunca la aborde directamente. 
Tampoco hay mucho de contar sobre ella, eligió una vida  que yo no estaba en condiciones de darle nunca y no es feliz; eligió, se autodeterminó pero sigue siendo triste, eligió una hombría o una suerte de seguridad permanente que por allí conmigo  carecía, pero intuyo que me extraña, y yo la extraño, sobre todo cuando viajo 14 horas arriba de un colectivo y lo único que me acompaña es el resto del alfajor comido y una caja de sahumerios( la tire dos dias antes de viajar). Se con certeza que no nos veremos nunca mas.
Pero una segunda tocada sobre la cabeza, me hizo abandonar la idea de que podía ser Lis, y pensé en I. I es un misterio, es un enigma que los dos decidimos resolver cada uno a nuestra manera, siento que desde dos lugares diferentes ambos nos tiramos pistas para poder terminar de dibujar un mapa, de la manera mas difícil, y por allí con resultados muchos mas lentos que los habituales .Es un dilema I, es hermosa y su belleza congelada me aterra y me da miedo que ella no lo sepa por mi. Realmente deseo tenerla y en este viaje quisiera estar sentado con ella, ni siquiera de una forma sexual, solo viéndola, solo saberme privilegiado por  ser el sedante de su paso del tiempo.
No hay tiempos con I y tampoco me angustia como transcurren las cosas con ella, me gusta su simpleza y que de a poco me termine sacando mi poco hilo de racionalidad. Quisiera verla y ya veremos como dibujamos un mapa, sea lineal, con curvas o a los tachones el trabajo ya esta hecho. Podemos estar rodando en algún momento, ahora somos un cemento muy fijo, demasiado encartonado, pero se que flotaremos o intentare que aunque sea en mi imaginación así sea.
Pero era la azafata, que luego de manosearme con una disciplina alemana, me termina de despertar diciéndome, casi de un modo maternal si no quería tomar una copita de champagne. Le dije de forma despectiva, hasta soberbia que estaba cansado y que no me sentía bien. En ese momento pareció que se hubiera olvidado de todo el pasaje y se puso en la misma ubicación en la que se coloca mi doctora cada jueves, cuando hacemos el pacto profesional enfermo vs. profesional aun mas enfermo pero con derecho a pago, como son los psicoanalistas.
-Te va convenir tomar algo, te puedo traer un te de hierbas, te veo muy demacrado y con esos ojos tan llorosos
- No son llorosos- es que tengo chicos los ojos
Y dije que no, tímidamente lo dije, aparte me encontraba sin mi gorro, y últimamente si no tengo el gorro, me veo como un saquito de te ya seco en el fondo de una taza, débil, áspero, sin brillo.
-Tenes los ojos demasiados llorosos insistió
Ja (dios mio en decir eso),es que me duele un poco la cabeza, quiero dormir pero no puedo pensar y si pienso lo único nítido que me sale, es salir del asiento, agarrar el volante y ponérnoslas contra la primer estación de servicio que encontremos.
-Hay que ser libre y fuerte me dice, apretandome la mano y nuevamente me toca la cabeza, esta ves no de la forma maternal en que venia haciéndolo sino como una manera de jugadora de generala, de haber tirado primero los dados y que en el paño verde, yo siga con los movimientos necesarios para seguirle el ritmo y desnudarme en lo espiritual. 
Me sopla al oido y se va por el pasillo desierto del colectivo…
Me quedé dormido y me asusté, la ruta del viaje está previsto que pase por provincias del norte, que son llanas, chatas, con pequeñas ondulaciones que ni siguieran son pretenciosas, intentan estar mas arriba de Buenos Aires aunque sea en altura ,pero ni eso pudieron. Urquiza tu perfume y tus doscientos hijos se pueden ir a la puta que los parió.
Sin embargo a una de esas provincias la sueño con montañas muy altas, y yo me veo subido en la montaña arengando a un grupo de personas, como si fuera un candidato a concejal de un pueblo, supongamos excandidato político del partido la provincia que ahora tiene montañas. Y esto era un milagro y evidentemente yo encarnaba una suerte de milagro o fe.
También lo sueño a Federico Moura pero no me canta en el sueño, solo me habla y me alienta, no recuerdo sobre que,. Pero me gusta soñar con Moura, me dan semanas de tranquilidad.
Sobre el final del sueño y es lo que lleva finalmente a levantarme me encuentro teniendo que hacer aduana y mostrar mi pasaporte en el límite entre dos provincias y una tenia un nombre, o la ciudad aduanera mas grande era entrerriana. Era Chajari, yo recordaba mucho de niño a Chajari, esos viajes interminable que hacia con mi padre, viajes muertos, con un padre que jamás los volvería  a hacer y ya con rutas que no permiten hoy ese tipo de recuerdos. 
Igual me da gracia pensar ese tipo de viajes y me reconforto en ello, pero me aterra ver convertida a Chajari en una mega ciudad, en una típica ciudad de provincia, con sus familias, con sus peatonales,, con sus celulares y sus motos, sus telos y todas las marcas de forros y la farmacia de moda, que remplazo a los brujos y curanderos locales y con el neon esparcido por todas partes. 
Y por eso solo puedo transitar en colectivo y olvidarme de los viajes en autos y entrar a explorar cada ciudad. La exploración ya paso de moda, hoy cualquier pueblucho es una calle de cualquier capital. Ya no hay mas tiempo para las sorpresas geográficas. Te venden el arte del bodegón y la estancia del campo a precios irreconocibles para el parroquiano de boca ancha, que solo desea su mesa de compañera y entregarse al calor de la botella y no ser el atractivo de una publicación para niñas ricas que no saben como gastar su tiempo.
Cuando me despierto, la cena ya había sido levantada(en que momento la sirvieron) y tenia frente a mi una película, que parecía agradable, pero  yo debía proceder a mi rutina eterna de aquellos días, rutina para nada descartable de los 2 mg de clonazepan y el medicamento frances que venia tomando desde hace 8 meses que me daba esa alegría artificial.
A esta altura los veo como sabrosos, casi como a un viejo caramelo sugus masticable, cada día me los saborizo de forma diferente, ayer creo eran mango y papaya, hoy son mandarina, mañana seguro serán sabor a concha de la vieja de 50 años sentada 3 asientos adelante.
-Se mejoro el dormilón, me dice serena y desafiante la azafata del micro.
-Un poco,. Pero tengo sed y me olvide de pedirte algo de agua
Quédate tranquilo me dice con una voz en 35 revoluciones y saca de una pequeña heladera que no había visto que tenia atrás, una botella de agua chica. Esta es tu botella, aunque pensaba traerte algo mas fuerte así podes descansar de tus pensamientos, continuo repitiéndome en un mismo tono de voz.
Vi sinceridad en sus palabras y me vi a mi mismo perdido, perdido en estas oportunidades paganas que ocurren de ves en cuando, que otros las cuentan, que a otros les pasan y que yo las tengo, pero no me las apropio. Tal vez por no ser el actor que tanto critico; tal vez por no ser un acopiador de personajes o de historias sin rumbo, de historias que solo me importan a mi.
Ante mi negativa, me dice que va estar en la primera butaca leyendo, y que me levante cuando quiero a pedirle algo para mejorarme. Que esta para servirme y que no sea timido, que los miedos pueden estar siempre, pero nunca a bordo de un colectivo.
Le agradezco, intento seguir durmiendo y aprieto fuertemente la 4ª edición de “Los Suicidas” de Antonio Di Benedeto, que traigo conmigo al lado del asiento.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Tarjetas Personales



La discusión con Andrés se tornaba interminable. Ninguno de los dos podía tener certezas sobre el futuro de las izquierdas latinoamericanas y la calurosa noche que caía sobre el malecón de La Habana, tampoco podía dar luz a nuestros pensamientos.
Aturdidos luego de varias rondas de un áspero ron, comprado a esos jóvenes que los veíamos como defensores de la revolución, pese a que las canciones que brotaban de sus equipos de mp3 hablaban de “libertades” “gap” y nuevas formas de vida tan solo animándote a cruzar el mar.
- Vamos argentino, deja de tus pendejadas nostálgicas y marchemos a Varadero a divertirnos un rato!, yo invito añadió Andrés Pirazolli, el famoso abogado Andrés Pirazzoli, famoso porque su corta estatura y desproporcionado peso, generaban una simpatía que el sabia aprovechar (y exprimir) al máximo, mas desde que fue elegido como Director de Greenpeace México.
La idea era tentadora, hacía varios días que estábamos en Cuba y aun no habíamos ido a la playa. -Tomemos una cristal (la cerveza de Cuba) en un bar cerca de la plaza de la revolución y ahí lo meditamos mas despejados , además esos sitios son  tranquilos y naturales, sin embargo no figuran en ninguna de las guías turísticas que se venden en las megas librerías a la que el argentino suele pasar sus horas en Buenos Aires, pero si son de esas clases de lugares, en donde una tarjeta personal que digiera “Director de Greenpeace México” nos podía asegurar las mejores bocas, las mejores bocas del caribe y los mas deliciosos cuerpos morenos de todo un país; país cuyas mujeres solo saben amar hasta el desenfreno y buscan endulzarte en sus cuerpos, ya recubiertos de su azúcar (no en vano el mejor azúcar es de allí),;y solo, tan solo por abrir tu billetera y exhibir una tarjeta personal.
-Te tomaran como un amante, como su fiolo de una noche, vas a perder plata Andrés, te untaran el culo y vamos a quedarnos sin plata grito el argentino
En realidad lo que mas deseaba el argentino en ese momento, era estar en su pequeño dos ambientes del barrio del Once, viendo sus revoluciones a travez de los cuadros del che que había comprado en algún puesto de madres de plaza de mayo, y soñándose en la habana con su compañera, sin necesidad de tarjetas o cualquier alcohol barato para darse valor a tomar cualquier decisión por mas mínima que esta fuese.
Mientras pasaban por el Hotel habana Libre, una sonrisa tomó por sorpresa al argentino, una sonrisa que imaginó similar a la que tenían los habitantes de La habana, el dia que entraron las tropas de Fidel, una sonrisa pura y a su vez siniestra, como la que toda su vida pensó en recibir en su vida universitaria, que jamas por supuesto ocurrió.
Al notar que esa sonrisa se proyectaba cada ves mas hacia el rostro con barba pre revolucionaria del argentino, este tomado de un valor (que en su país no tendría) comenzó a acercarse y llamo a la pequeña cubana (rubia) y a su compañera (rubia), haciendo las introducciones tradicionales que todo hombre argentino debe hacer
- Oriéntanos hacia como ir a un lugar divertido dijo con voz segura el argentino (después se sorprendió de haber mencionado la palabra “divertido”, ya que esas calles podían ser cualquier cosa, podían ser artificialmente de cualquier forma, pero bajo ningún modo podían ser catalogadas de divertidas, no se respiraba diversión, mas bien melancolía por ser calles que se forzaban a divertirse para mostrar un paraíso imaginario comunista que ya no existía mas).
Andrés era ajeno a todo este espectáculo, además era notoria la diferencia de edad que había con el grupo del argentino y las niñas cubanas, por lo que supuso y comprendió para sus adentros que durante el resto de la noche tendría un papel secundario, limitándose simplemente a observar el deseo (o tal vez la falta de) de ese argentino por esas bonitas cubanas, a las que lastimosamente les hacia recordar y verlas similares a sus hijas que vivían en el Df., y cuyas ostensibles fotos, llevaba consigo en una hermosa billetera de cuero de caimán colombiano .
Caminando hacia el antro recomendado por las chiquillas, el argentino observó los pies de las cubanas, pies acostumbrados a bailes y a calor tropical, a movimientos, tan distintos a los insípidos pies que veía rutinariamente en sus días de yoga, pero que resultaban desproporcionadamente grandes para el tamaño de sus cuerpos.
Andrés mientras tanto comenzó a preguntar a las muchachas sobre la vida y la revolución, mencionó la necesidad de valorar el sacrificio del pueblo cubano y del deber de todos los americanos de rendir culto a este país, mientras que la compañera de mi amiga de sonrisas, solo reía y brevemente acotaba que ella nunca había salido de los límites de La Habana, que no conocía el resto del “país revolucionario” y que soñaba ir a México (porque de allí había venido la revolución y en su casa en las comidas siempre se hablaba de México). Al argentino le pareció extraño que no menciono Argentina en sus anhelos; tal vez el Che había dejado de ser famoso por La habana en esos años.
Cuando Alma ( recién recordó su nombre dos años después en aquella mesa del bar de cao  en el mismo instante en el que ponía fin a su noviazgo), sugirió entrar al antro llamado “Diablo Tun Tun”, el argentino sintió un súbito miedo, y no porque el nombre lo haya vinculado a cualquier índole religiosa (era agnóstico), sino por la facilidad con la que en pocos minutos se había con la rubiecita cubana de pies grandes, tetas de la forma de la isla, y ojos como los del che en la foto de Korda.
Tampoco le agradaban ese tipo de lugares a los que imaginó mal iluminados, con cuerpos entrados en carnes, bailando alrededor de el, bailarines en camisa blanca que estimulados por el barato mojito industrial, hacían contorsiones permanentes a los fines de aproximar sus pelvis a sus morenas acompañantes de pasión en la pista.
Antes de entrar confió al grupo que no sabia (en realidad detestaba) bailar y que no se sentiría cómodo moviéndose al ritmo de una música que tampoco le agradaba, y que tan solo quería entrar, tomarse una cristal (la cerveza de cuba) y disfrutar el momento. Fue entonces que Alma con una deliciosa lengua acaricio su oreja izquierda, lo besó fuertemente y susurrándole le dijo que aquí en estos lugares no se charlaban (tal vez charlar no era lo que en ese momentos pronunció) y que la siga a ella toda la noche.
Adentro ese reflejo imaginario que FB, había tenido sobre el lugar, cambio radicalmente cuando observó amplios salones que olían a perfumes recién abiertos de free shop, habanos mal fumados y prendidos por zombies europeos que bajo la figura del turismo revolucionario solo pretendían saciar su limitada potencia sexual imperial con adolescentes que buscaban desesperadamente euros.
-Que proletario todo esto! comentó Andrés, que a esa altura sentía pena por lo que estaba viviendo y que sus discursos ecoverdes de Greenpeace no le habían enseñado a diferenciar, sin embargo ofreció ir a las chicas a conocer varadero, ya que según ellas (o al menos una) jamás había salido de los límites de la habana.
FB se noto aterrado, y tal vez por un miedo, solo quería estar con Alma, se imagino a Alma como su futura esposa, se vio en una huerta cosechando caña  con ellay los pies de Alma (tal vez en ese momento creyó que Alma era su compañera a la que el creía dormida en ese invierno de Buenos Aires donde caía la nieve, mientras en la habana lo único que caía eran gotas de un sudor empañado de alcohol).
-Para chico gritó Alma, tampoco te creas que por tu acento y tu barba revolucionaria!, me vas a besar y poder tocar asi de sencillito y de baratico, acá las cosas no son como te imaginas y si queras sentir el mito de la revolución tenes que ponerte bien y bien puesto.!
 Acto seguido con una fuerza desproporcionada para la pequeñez de su figura, tomo del hombro al Argentino y lo arrastro hacia una pieza, que contrarrestaba totalmente con la lujosidad de ese imperial palacio disco de la tropical habana.
Primeramente el argentino se negó a entrar a la pieza a la que era llevado (pero tal vez con las ganas de  que allí si, en esa humilde pieza encontraría ese sabor de la revolución perdido) finalmente accedió. Para su sorpresa, la dulce cubana llamó a dos inmensos morenos (no olvidemos que estábamos en un barrio de morenos) a que la socorrieran. Exigieron una cantidad de dinero (a FB le pareció ridícula en proporción por el probable sexo que podía obtener), si es que tendría) y justificaron que si vas a la playa de Varaderos, es que ests dulce chico, para pagar por los servicios de esta mujer nuestra.
Andrés a esta altura solo y con varios mojitos bebidos, comenzó a preocuparse por la ausencia ya prolongada de su amigo y la de su compañera de turno. Sabia que el argentino iba tener sexo esa noche con la chica, por lo que esa ausencia era dudosa, Mientras el ron Habana club le seguía taladrando la cabeza reflexionaba por primera vez con claridad en esa pesada noche,  y se convenció para sus adentros que a las revoluciones no la mantienen ni las remeras, ni los cuadros, ni las fotos, ni las estudiantes de cualquier facultad latinoamericana de humanidades, tampoco la revolución se hacia hoy con hombres heroicos, hoy lo que verdaderamente importaba era tener una tarjeta persona a mano que indique tu nombre y tu puesto y cuanto mas alto sea tu puesto, mas revolucionario serías
Luego de ese reposo mental, comenzó a dar vueltas por el lugar, y a el también al notar ese cuarto pequeño, tan diferente al resto del lugar le pareció el lugar mas apropiado para encontrar a su temporal amigo
-Este guey cree que debes cojerte en el peor de los lugares para ser soldado de la revolución, suspiró Andrés, aunque por allí mas bien grito esa frase en el medio de la disco. Por supuesto nadie lo hubiera entendido
Abrió la puerta y sin mediar palabra, como si fuera un robotito hecho por algún estudiante de ingeniería, algo mas bien rustico, torpe, comenzó a sacar de cada uno de sus bolsillos tarjetas, stickers y  llaveros de Greenpeace. Acto seguido los dejó sobre la mesa y guiño a los ojos a los morenos y a la rubia, que en realidad a esa hora en el que el sol empezaba a entar por la ventana de la habitación, claramente la mostraban como a una morena con peluca amarilla; FB fue liberado de los brazos morenos y ambos salieron inmediatamente de la discoteca .
Las letras verdes de la multinacional del ambiente, sin dudas fueron más fuerte que cualquier negociación plagada de voces fuertes y demostraciones de hombría latina, incluso mas fuertes que un fajo de 20 euros
Al otro día Andrés Pirazolli viajaba solo en bus de línea comercial a Varadero, mientras el argentino se quedo tomando un helado en Copelia, luego de ver por tv que en Buenos Aires, ese 9 de julio estaba nevando.


Bajamos los dos de la bicicleta y nos sentamos sobre la baranda a mirar el río. Pronto siento que se me ablandan los hombros. Todo cambia de color; es el atardecer. Antes de que me pase mas nada, siento la obligación de advertirle a I

- Lo único que tengo es la bocina de esa bicicleta. La bici es prestada, mi novia me dejó por mi mejor amigo y el departamento donde vivo está en la peor zona de la ciudad
Ella se levanta, busca su mochila, la abre y empieza hacer el ring ring con una bocina igual a la mía

miércoles, 2 de noviembre de 2011

espejos y pelotas


La luz llena el espacio y me obliga a cerrar los ojos. Lentamente me voy habituando, y cuando ya casi puedo divisar mi entorno, una voz aguardentosa me hace desandar esos metros hasta salir al exterior. Y el exterior es una cancha de fútbol, pero de un tamaño reducido.
Hay jugadores corriendo. Parecen estar haciendo movimientos precompetitivos. Pero no logro verles sus rostros, como si esa misma luz que me cegara el principio siguiera jugando conmigo. Recién ahí miro hacia abajo y contemplo mi indumentaria. Es celeste y blanca, a rayas. La juno de algún lado, pero en eso un silbato me sorprende. El juego comienza.
Sin que la pida, la bocha me llega al pie derecho. Levanto la cabeza y veo una sombra correr a mi izquierda. Lanzo el pase y llega a destino, pero cuatro seres rodean a mi “compañero” y se la sacan. La sombra me hace un gesto. Creo que está enojada.
Al rato me encuentro corriendo hacia el balón, pero me sale al cruce un esquimal. Chocamos y se desintegra. Algo cae sobre mi frente. Es algo blando, gelatinoso. Me lo quito y lo tiro al piso. Sigo corriendo, pero el balón ya no está. Un viejo, salido de un cuento de Rivera, desde bastante lejos me grita “marca a alguien cuando volvés”. Volver? A dónde? No se ve más que césped y sombras. La claridad oculta todo lo demás. Vuelvo a mirar al viejo, que se saca la gorra y vuelve a gritar, pero esta vez dice algo así como “si te hacen el dos uno pedí ayuda”. Ayuda? A quien?
No sé cómo, pero me hago de la pelota. Avanzo unos metros y me sale un ser. No lo veo con nitidez, aunque percibo su brutalidad. Intento gambetearlo, pero es como si mi cuerpo no supiera hacer eso. A lo lejos me parece divisar un arco. Tomo carrera y pateo. Una vincha cae sobre mis ojos, pero alcanzo a ver cómo la pelota se pierde en la luz. Hay como un murmullo, pero no es de alegría. Entonces me caigo y un señor de pelo largo me pega en la cara con su botín. Me duele, pero a la vez me siento bien. Entonces alguien dice Pollo.
Grito. Sólo, en el medio de una habitación. Grito. Extrañamente no estoy transpirado. Me paro. La pieza está vacía. Lo único que hay es un espejo. Voy hacia él y me paro enfrente. Al principio no proceso lo que veo, como si la mente no quisiera admitirlo. Pero es él. Es mi odio personificado. Es el reagge. Soy yo. Quiero gritar, pero esta vez no puedo. Corro hacia todos lados, pero no hay puertas ni ventanas. Finalmente, como poseído, vuelvo al espejo. Lo miro por unos instantes, hasta que cierro la mano izquierda y golpeo el espejo. Vuelan los vidrios por doquier. Entonces, me agacho a recoger uno y me corto la garganta. Sale un líquido. Pero no es sangre. Será gel, pienso, mientras lentamente voy perdiendo la verticalidad. Marcelo no estaría contento al verme.

jueves, 27 de octubre de 2011

Gracias

Siempre presente flaco, las palabras sobran, tu recuerdo esta en cada uno de la forma en que mas lo deseamos!

martes, 25 de octubre de 2011

23 F





En todo aeropuerto, la sola posibilidad de verme traspasar esos escenarios grises de mosaicos e iluminación absolutamente monocordes, sintiéndome preso del peor de los más oscuros deseos de arquitectos que pretendieron ser innovadores,  que soñaron  o quisieron ser un Le Corbousiier (ponele), pero solo esparcieron el peor de sus vómitos, las peorías poesías de malos trovadores de facultad sobre sus obras, a quienes algunos llaman aeropuertos (u hogar según escuché en una oportunidad).
Me repugnan los aeropuertos y todo lo ligado con aviones, cinturones de seguridad, chek in, esperas, colas, charlas con desconocidos; me considero huérfano, un recién abandonado a su suerte, rodeado de esos típicos personajes que caminan por cualquier calle o avenida “principal” de cualquier ciudad del interior de Argentina, que disfrutan y gozan (supongo que se harán pajas ante la inminencia de un próximo viaje y la sensación de pisar un aeropuerto), que tienen aires de grandeza o de superioridad infantil mejor dicho, peligrosamente infantil, por hacer un check in en la compañía aquella y no pedir boleto de 1.25 ; estimo que creen que ello te da mas presencia y seguridad ante sus pares.
La huerfandad se acrecentaba por esos días de noviembre, me había separado definitivamente y pese a lo que el sentido común- standard- indica, de cambiar de aire, si por mi fuera me hubiera quedado escribiendo inútiles cartas de reconquista a la amada que se fue, que seguramente quedarían en blanco o rellenadas con las frases más cursis de Neruda o Conti ¡putos poetas!, o me hubiera hecho jardinero de mis invisibles plantas que me extrañarían ante la inminencia de un nuevo viaje. Extraño caso el de mis plantas, ya que he decidido abandonarlas, pero ellas están allí, pese a que no las saludo, ni siquiera las miro, y ellas siguen firmas, verdes, chorreadas de alegría, como si mi infelicidad fuera su elíxir, su energía verde.
Ahora bien…Llorar, lo que se dice llorar sin embargo no lo haría o me decidí no hacerlo en esta ocasión.
Ese día mi pesimismo iba en aumento, imágenes paganas a  lo Moura, me iban a torturar recordando mi relación terminada, la compañía por la que tenia pasaje, solo se limitaba a servir bebidas sin alcohol en el vuelo, por lo que verme como un mármol 13 horas, aguardando aunque sea por una gota de whisky industria nacional, me hacia ver en un remolino del que no iba salir. Por dentro rezaba (mas bien invocaba justicia) a que un ex guerrillero que se quedó con la historia de los montes tucumanos y una recién divorciada, con 5 hijas y con alguna enfermedad de esas que ahora llaman “terrible y dolorosa”, decidan al unísono y en un acto que consideraría heroico (me hubiera unido a ellos) entrar a la cabina del avión y someter a los pilotos, atar y ultrajar a las azafatas y mientras entre el guerrillero, la divorciada y yo las maniatábamos y nos jurábamos amor eterno, el avión indefectiblemente se iría derecho a parar al altiplano boliviano, a las tierras del Evo, el nuevo espía de la revolución americana y allí nos recibiría con un exquisito licor boliviano o con una cerveza huari, y hubiéramos hecho justicia en el mundo de las compañías aereas.
Este coctel de idioteces que tenía en la cabeza las deseché rápidamente, porque el corazón de los argentinos que viajan últimamente a México suelen ser parejitas en mini luna de miel (ansiosas de colgar fotos en la playa y cogiéndose mutuamente, por tanto portal de lo web se lo permitiera) y muchachas- los hombres solos viajan cada vez menos- que sueñan en ver en vivo y en directo el show que bien montado lo tiene la revolución zapatista, comprar en proporción merchandasing del zapatismo y supongo chuparle la verga a cada uno de los comandantes y sentir la mezcla de los pueblos latinoamericanos en el medio de su boca.
Mi aspecto era terrible al subir, debía ser por la remera del EZLN que llevaba puesta, por mis ojos (que pese a que no había fumado), los tenía como si una playa, de esas nuevas que hay en buenos aires, se me hubieran metido en el globo del ojo y hacia que los tenga más chico de lo habitual, llevaba ojotas y un short de chaco for ever. Cualquier control de seguridad en su sano juicio no me hubiera dejado subir, sin embargo la intención era que Fernando Beloz, esté en ese vuelo, que disfrute de las bondades del planeo, y hasta lo premiaron con la mejor ubicación del avión (según escuché decir al capitán ya que en su momento, desde esas ventanillas se podía contemplar el Amazonas en su plenitud). Sin embargo todo el pasaje rehusaba sentarse a mi lado y preferían amontonarse en las filas de adelante del pequeño avión de COPA, que dar compañía al muchacho de las ojotas.
La salida del vuelo se demoraba, que hacer, nada me dije, por lo que lo único potable era visualizar a mis compañeros de vuelo. La de la fila 23 A sacaba fotos a todas las partes del avión a cada uno de los pasajeros del avión, me sonreí cuando fue mi turno de ser retratado por ella, una foto que nunca veré, que no se quien la tendrá- si es que decidió conservarla y no borrarla como yo lo hubiera hecho. Sentí felicidad ya que supuse era su primera vez que volaba, pero probablemente una inmensa sensación de tristeza se apoderó de mi. En las filas de adelante varios rugbiers, como salidos de una vieja publicidad de chocolate, gritaban y se admiraban mutuamente sus pasaportes (sus sellos en realidad), como si en cada sello hubieran tenido el polvo mágico de sus gordas vidas- y sabiendo que los jugadores de ese deporte no cojen (y si lo hacen son con putas o desesperadas), me di cuenta que los sellos que ostentaban debían ser pocos. Eso en el fondo me alegró, con este era la 25 quinta vez que obtenía un dichoso sello en el pasaporte, y me sentí reconocido, aunque sea por mí mismo. Debería releer a Borges, al ciego de oro, pensé
Media hora de espera en la pista de un aeropuerto, o la espera en general de cualquier sitio, provocan la esquizofrenia-la mejor de las locuras- hasta en los más fuertes, pero entre tanta angustia, insito,  me sentí aliviado, sabiendo que tal vez Bioy o el propio Cortázar, a mi misma edad no hubieran viajado tanto como lo hacía yo, y me sentí feliz de que no envejecería como ellos, haciendo obras perdidas, o mintiendo, mintiéndose sabiéndose que su cuarto de hora se les iba yendo, dispersando, evaporando;  pero la sola mención de Cortazar, las islas al mediodía que vería por la ventanilla de mi asiento 23 f, los puchos que no compré, me intrigó al saber que no sería jamás como ellos, que no tendría un cigarrillo negro entre las fotos y seria un poster venerado por todo estudiante de letras como su estandarte, como su ficha de cabecera, como un martir. No obstante todos lo sabemos que estudiantes de letras, hoy no existen como tales o que de la facultad de letras hoy no salen escritores, si malabaristas, si pintores, acaso actores (muchos), comerciantes (todos leninistas-marxistas-peronistas-macristas) o simples atolondrados, que como fríos matemáticos ensayan formulas para explicarte sus contradicciones internas.
Suficiente pensé, deje de soñar con insufribles y busque la forma de soñar con Evaristo Carriego, sentirme el personaje que ve la silla vacía y hacer más placido el viaje. Sin embargo la silla, el retrato de una silla  y los cuerpos ausentes convirtieron el sueño profundamente insoportable por lo que procedí a levantarme, tal vez sobresaltado por la voz de unos pasajeros de las filas del medio que hablaban de tomar el avión (mi sueño inicial se cumpliría suspiré), cuando una vocecita rígida pero naif, similar a esas que se escuchan cuando quieren venderte un celular, pedía disculpas por los inconvenientes hasta allí vividos, y que se debió a que una pasajera fue detenida o demorada en la aduana, pero que ya estaba todo solucionado y pronto ibamos a partir y la pasajera fue subida y pin pan.
¡Me cago en esta puta! Treinta minutos mas y por obligación nos iban a tener que bajar y reubicarnos en un hotel, uno de la misma ciudad de la que vivo, pero que lógicamente sería mejor del lugar en el que vivo, y que seguro no me llevarían a mi cama y a reencontrarme con los recuerdos de Clara. Por obligación y sin opción de elegir ubicación fue sentada a mi lado, por lo que en definitiva yo, el contador, era a los ojos de todos el desecho de toda la tripulación, era el acuario de san clemente del tuyu, y hasta debería ser mas digno visitar esas jaulas de vidrios muertos, que estar sentado junto a mi.
Rápidamente y pese a mi rechazo inicial, su perfume me produjo como un mareo o cierta sensación de que como si todo el pasaje de repente me dejaba de rechazar y me llevaba en andas, sabiosos de antemano de mi victoria. Es que luego de sentir perfumes comprados en el free shop de apuro, ese olor a tierra, a transpiración pura, una transpiración que surgía ante la idea de perder el avión ( y el ideal de tener una vida mejor, según lo supe después), me devolvió algo de una felicidad que Clara se había llevado.
Por supuesto no se me pasaba por la cabeza la idea de iniciar una conversación, nunca lo había hecho ni encontraba motivos lo suficientemente válidos para cambiar de actitud, aunque su cara morena, con rasgos indiados, perfectamente compatible con un cuerpo que tal vez apenas superaba el metro cincuenta, esbelto pero compacto y unas piernas que tenían un esplendor, una belleza como si America del sur un día se decidiera a estar arriba del hemisferio y no tan al sur, bien al sur.
Cuando fue el momento de traernos las cajas de comida y el servicio de bebidas (no alcohólicas) y luego de abrir la caja y contemplar unas figuras como semicírculos, de algo que probablemente comió pasto en algún tiempo, si es que era posible imaginar que lo que tenia enfrente era un pedazo de carne, o mas bien un lago en el cielo, pero sumergido en el infierno mismo de una gorda vaca, que desventurada soñó un destino mejor que ser devoradas por 135 pasajeros en un vuelo de bajo costo, sentí que un fantasma se me introducía al cuerpo y me di vuelta de golpe. Y hubiese sido mejor un fantasma, alguien que se introdujera en mi, a tener que ser devorado por sus palabras que trajeron de la siguiente manera
¡Como podes comer eso!, tenes una camiseta del EZLN, y estas por comer a un ser vivo!.
Otra imbecil dije y creo que me escuchó y que bueno hubiera sido que así sea, y de esta forma se terminaba toda posibilidad de dialogo banal, sin embargo siguió quieta mirándome, sosteniendo una botella de agua mineral, en unos dedos de carne similares a los de mi comida, igual que putrefactos de mi comida, con unas manos que desentonaban con la belleza de su cara,  cuando súbitamente me susurró- “Flaco no sabés porque no hay un puto menú vegetariano, porque tenemos que conformarnos con estos bloques de mierda, que ni un gato comería y si así lo hiciera, solo sería con la tranquilidad de hacerlo con la tierra y con la seguridad de que lo vomitaría si no le gustase”.
Me pareció su fraseo excesivamente armado, planificado de antemano su discurso, como si nunca lo hubiera dicho porque era patético y encontró a un gil (yo) que tal vez podía escuharselo. Me pareció un Cliché y no le dije nada.
Cunado estire mi brazo para alcanzar un refresco que el aeromozo me acercaba, sin querer y juro que fue sin querer, meti la mitad de mi mano en su cabeza. En vez de molestarse, amistosamente  me saludo
Como estás, me llamo Candela… y soy fotógrafa, dijo decidida y alejada a una distancia prudencial de mi asiento, un gusto Che… vos que haces (no me preguntó mi nombre). Soy fotógrafo mentí y acto seguido saque  de mi mochila que tenia metida entre mis muslos, una réflex Nikon modelo 75 (no se de cámaras pero su solo tamaño impone respeto). Por supuesto la cámara no era mía, sino de la radio con la que colaboraba espontáneamente, que había confiado en un contador- escritor extraviado y con ideas “raras” a cubrir una marcha antiglobalización que por esos días se iba realizar en México. Que eso quede claro, me mandaron a escribir, en ningún momento fui elegido fotógrafo, y si tomaría fotografías solo debían ser en ocasiones excepcionales. Se alegró de escucharme y nuevamente se acerco a mi apoyando sus codos sobre los míos, mirándome con esos ojos de perra labradora sabedora de lograr el cariño que deseara, sobre todo mi cuerpo, como buscando en mi cuerpo algo que la ligue, que la vincule son su profesión.
¿Tenés algunas fotos guardadas?, me preguntó casi de forma irrespetuosa, vos me las mostrás y yo te hago ver un albun que tiene fotos mías, que seguro te van a gustar. Por fortuna la memoria guardaba unas maravillosas fotos de las sierras de Tandil (obviamente no tomadas por mí) sino por el verdadero dueño de la cámara que sacó fotos como quien dice ¡para la posteridad! Y que esa posteridad hoy se traducía en definitiva en un vuelo de avión en donde alguien había usurpado su condición de fotógrafo y generaba un encuentro con una par, con una colega, a la que trataría de mejor forma, a la que besaría ni bien posase ese bello cuerpo moreno en el asiento, sin ritos o vueltas de tuerca propios de un predicador.
Al verlas me dijo que no le gustaban, que parecían artificiales, sin vida, paisajes rígidos sin corazón, sin alma, propias de una mano excesivamente profesional, de un fotógrafo de fiestas de quince años y hasta insinuó que por mi forma de vestir esas fotos de ninguna manera podían pertenecerme. Una vez que dijo eso y que el servicio nos retiró la comida- ninguno de los dos probó bocado- procedió a extenderse sobre mi, y súbitamente, de forma muy relajada apoyó su cabeza sobre mis muslos y como si eso la transportara a su sesión económica de psicología, me comenzó a decir que sentía mucho , mucho frío, que se sentía agotada, cansada y que viajaba a México a buscar trabajo de lo que sea, con quien sea, como sea, como si cada palabra que escupía en su imaginario diván, le daba derecho de seguir retorciéndose sobre mi.
Al contemplarla en plenitud, al sentirla completamente ante mi, orbitando en torno a mi, serena, pero con una furia propia de las playas vírgenes del norte del Uruguay, con sus respiraciones que se desparramaban sobre el aire, que parecían que iban hacer estallar el avión en cualquier momento, y en primer lugar a esos deformes rugbiers que buscaban a los gritos llamar su atención (PAJEROS),  me vi vacilando entre el amor o el acuerdo, y creí que el amor empieza de las formas mas extrañas, sin forceps, y que eso seguro era amor.
Esa sensación de seguridad conmigo mismo, me llevó a cerrar las ojos e imaginarme a mi y  a Candela, en un noviazgo breve pero intenso, un casamiento en la Ribera Maya y que íbamos a trabajar de fotógrafos, seríamos fotógrafos de la National Geografhic que recorreríamos pueblos y relieves perdidos de todo México que se abriría ante nosotros, que nos mostraría todas sus caras, del mismo modo que yo vería todas sus caras, todas sus formas, todas sus vidas, colores, deseos, olores, Candela y Fernando, la pareja de fotógrafos que contaría la historia de su enamoramiento a quien quisiera.
Tenía demasiadas ganas de besarla, supe que era el momento, pero me sentía un témpano, un iceberg sin punta (es horrible la metáfora pero solo se me ocurre algo así de espantoso, como mi situación), el frío del aire acondicionado central tampoco ayudaba; y eso hizo que las tres horas restantes de vuelo, me haya limitado a verla, casi sin cambiar de posición (aunque ella dio varias vueltas), y empecé de pronto a suspirar pidiéndole perdón por mentirle tan pelotudamente, rogándole disculpas en nombre de la aerolínea y de todo el aeropuerto Ministro Pistarini de Ezeiza, por haberla demorado, por haber retrasado sus sueños, retrasar su nueva vida mejor, o el “lo que sea”, que no iba ser otra cosa que terminar como recepcionista de una cadena de hamburguesas a 10 mexicanos la hora, o ayudante de limpieza de cuartos de esos horribles hoteles de Cancún, donde cambiaría sabanas orinadas por gringos y putas del lugar, a cambio eso si de 2 dólares la hora, incluso supuse que ese vuelo ella había tomado ese vuelo por mi, para salvarme de mi decadencia, y rescatarla de su inminente desenlace laboral era mi función, mi forma de agradecerle por su valentía.
Una voz espantosa, salida de las entrañas mismas de un cuartel, me gritó directo al oido izquierdo, diciéndome que acomode el asiento, y a mi compañera, ya que estábamos a punto de aterrizar. En ese momento todo cambio, ese miedo que creí escondido, refugiado en la cabeza de Candela, volvió a merodear, a tenerlo en mi, bien vivo y coleando el muy hijoputa. Delicadamente se levantó y con una voz demasiado encantadora, desatinada para este viaje, completamente llena de vida ante la muerte que éramos todos en ese pasaje, me preguntó si no había visto su I-phone (4 veces repitió I-phone), y que se moría si se perdía ya que era un regalo de su “gordi”. No se! le dije, aunque supe que esas pulsaciones que tenia hace un tiempo por todo el coxis, evidentemente no era mi miedo que buscaba salir y decir presente, sino que tenia su i-phone entre las nalgas, que me vibraba y cantaba, cada una las melodías que en su momento había elegido, como indicio para que me prepare a lo que vendrá.
Todo lo que sucedió luego del temblaqueo del celular en mi culo, puede ser verdad, medianamente real, puede ser inventado, no tengo certeza (de seguridad hacia mi y hacia quien leerá esto) sobre si los hechos sucedieron de esta forma, calculo que si, porque como el resto de mis historias ni siquiera llegan a ser mínimas (por lo menos esas llegan a películas), las colocaría, en el rubro de triviales, o peor todavía, que solo me parecen relevantes a mi y a nadie más.
Bajamos juntos del avión eso si es verdad, y que buscamos de a dos las valijas, también se que fue así, si nos reíamos mientras caminábamos, de las azafatas, de los idiotas que corrían de un lugar a otro y de los apurados por bajar primer no lo sé, tal vez no, (no veo nada gracioso en contemplar la miseria de otro), pero seguro que me habré sentido con una sensación de grandeza, de desprecio hacia a  los demás, estaba bajando del avión con la mujer mas deseada de todo el vuelo, con una morocha de esas que todo el aeropuerto de Cancún se habrá puesto a sus putos y finos pies inmediatamente, a su disposición, para que juegue con ellos y ella sea la primera representante de una nueva tribu de argentinos que vendría a poblar y a invadir México ( yo sería quien le de su descendencia por supuesto)
Hacia demasiado calor, vergonzoso calor, y recuerdo bien claro ahora, que no quiso tomar un taxi con aire acondicionado porque todavía estaba congelada del avión. No miento si digo que mas de 45 grados estaba haciendo esa mañana, sentí vergüenza, por ella, por mi, porque estaba con ella bailando con ella en ese taxi, porque en vez de ir a mi hotel, a relajarme, ducharme, ver la tele, sacarme las uñas de los pies, comerme las uñas de las manos, mandar un mensaje a Romina, mandar un mensaje a mi abuela, a mis padres (avisando que llegue bien), intentar ser simpático y ganar la simpatía de la recepcionista de mi hotel, no en vez de todo eso, estaba acompañando a una desconocida (eso era Candela en definitiva) a su penosa cama de hotel, inmundo, en la zona que no aparecerá jamás en las reseñas turísticas y en revistas de “solitarios viajeros”. Era ridículo, como ridículo también hubiera sido si no la hubiera acompañado.
Pero mientras íbamos en el taxi salió ese miedo, no en forma de ring tone, sino como tranpisracion, pesada, no, no del calor, amarga, melancólica, montevideana. Tenía un cosquilleo, mareos, y las manos cada vez las tenia mas asquerosamente transpiradas, burbujeantes, como un caldo espeso que salía de mi propia negación a ver lo irreal, lo previsible.
Repaso mentalmente que me dijo bien firme, de forma muy estable y sostenida, “che boludo, que te pasa ya no sos mas canchero ahora, ya se te fueron tus ganas de mentir, ya enterraste a tu personaje, a tu otro yo, a eso que querías ser.”
Ante el desenlace de verme abofeteado, o escupido, le dije que no se como lo había adivinado, pero que era verdad que no era fotógrafo, como esperando que eso la tranquilizara.
“ si ya se flaco, tan pelotuda me haces, tanta literatura de mierda leíste para inventarte historias de tres minutos… si eras fotógrafo (COMO YO),  ya hubiéramos cojido en el avión, o estaríamos en tu hotel, y no hubiera sido yo hasta quien proponga quien elija el taxi… entendéis lo que te quiero decir… seguro sos contador” (su gordi seguramente sea contador también, pero sería pelado, usando gorritas para tapar su prematura calvicie vació, sin nada que ofrecer, solo la garantía de tener una nena bohemia, como su ficha de anzuelo para todo desprevenido que nos pusiéramos en su camino). Luego mencionó algo de los mitos de profesiones como la de ella, del relax, del placer, de su fantasía de coger con alguien a quien conocía en un avión, y también rutinas, de cines, de compañía mutua en la ciudad durante todo este tiempo.
Volví a mirarme las manos, y se atraían las unas a las otras, había tanta esponjosidad, tan líquidas estaban, que ya tenían la forma de un espejo, un espejo que reflejaba a Clara en vez que a Candela, siendo tan distintas una de otra, atrevida y hermosa una, aburrida e ingrata otra, pero esas manos reflejadas eran mías, solo mías, el sudor (la cantidad digo), era el mismo que dos años atrás cuando besé a Clara por primera vez. Reflexioné sobre las felicidades ins-tan-taneas, momentáneas, me acordé que una vez cenando en el Club Eros, con Clara nos habíamos propuesto un verano tomarnos en México y perdernos en México- pero nunca en Cancún, adelantándome a elegir un destino que ya sabia de antemano sería su primera respuesta. ¿ y por que no Cancún? Dijo de forma muy ingenua, una ingenuidad propia de no haber salida nunca de Argentina. Y yo con mi discursito de cajita de fósforo le dije que era un lugar cursi, repetido, hecho para un turista consumista, un turismo pecador, un turismo repetitivo, donde todo se repetía, donde todo era espejos de vidas que no podríamos tener, ilusiones en definitiva, fantasías para soñadores)
En ese instante es que me pareció incoherente seguir la incipiente historia con Candela y le pedí al taxista que me baje inmediatamente. Me excuse diciéndome que me sentía descompuesto, que era la primera noche en la ciudad, y con aires de galán de actor de tercera novela del dia, que mejor estábamos bien a la noche así tomábamos algo e íbamos a bailar a algún antro del barrio donde se hospedaba ella.
Perfecto, mejor así, báñate rápido, llámame, que esta noche empezamos a fotografiar México












La escocesa
Si me buscas tu a mi, me podrás encontrar

No se pretende generar una historia, tampoco intentar crear o inventar algo extraordinario, que de hecho ni siquiera se aproxima a escribible.
Quiero decir, hay invenciones de vidas, de escenas que pasan a menudo y que nadie las considera,  y no habría lugar para algo como lo que quiero escribir. Me animaría a decir que llegan a la categoría de los “no valen la pena”.
En este mundo donde hoy nos dedicamos a cargar datos, que se vuelven obsoletos en menos de dos horas, lo que no contamos o describimos son las historias de los otros. Hay cientos de ellas, no hay espacios para abordarlas de forma metódica, se vuelven un rito, son insufribles y forzan al lector, a imaginar una intrincada red de supuestos y creencias para darle cierto valor, Y en tal caso si existieran esos posesivos que se emocionan con las historias de los otros y que son los que pueden lamer las imágenes de crónica TV, que popularmente nos da 5 minutos de cotidianeidades, entonces, a ellos si les puede interesar este relato.
Tal vez por que yo, en parte sea el protagonista de esta historia, puede tener cierto sentido volcarla al papel (no no es papel esto, a la pc en tal caso), o tener sentido mientras hierve el agua para tomar un té y en esos minutos reinventar estos sucesos para darle un carácter de atrapante, o en definitiva que estos hechos, que fuera de esta hoja formato Word, letra Arial 11, no llegarían a la categoría de aburridos (por el hecho de que no se entenderían), a mi por el contrario se me presentan como una batería de canciones, como si mi cabeza fuese un viejo pasacasete,  con una cinta atascada (se acuerdan cuando le poníamos papelitos blancos a los casetes) y una historia. Pero ni siquiera lleno un vacío escribiendo.
Me motiva el hecho de poder usar la primera o la tercera persona. El profe D.A insiste en que use la primera persona, pero lamentablemente serán muy auto referenciales y en dos meses no podría inventar o iluminar nada mas. Entonces si doblecamiseteo con la primera y tercer persona, puedo ser quien pone el casete sobre ese pasacasete que vendría  a ser mi cabeza, o por el contrario, me siento a disfrutar de la música y la cuento a mi antojo, como una cinta al revés. Comfortably numb que le dicen
Y decido finalmente ponerme en el lugar del observador, y repensar la memorias y porque esta historia que no será interesante para un tercero, si me resulta curiosa a mi como observador y me atrevo a decir me puede generar una sensación de tranquilidad, casi de respiro. Se que escribiendo esta historia, o dejando que la música, como un interminable disco de charlie parker que uno escucha para volar en el fumo, terminará con parte de mi historia, de una historia triste, historia histórica. Y eso intento.
Si uno mezcla palabras, como huerfandad, abandono, soledad, tristeza, pobreza, olvido, origen, anorexia, crisis, carencias, falta de identidad, puede ser un buen gourmet, saber sazonar el plato y generar una cotidianeidad de personajes o un personaje central, que se convierta en el alter ego de buena parte de los habitantes de Buenos Aires. Pero ya están los Arturos Belanos para generarnos mas alter egos. Sigamos entonces con la idea del pimentero y su construcción saborizada de la historia del personaje.
Acá la importante no es la protagonista, sino su historia. El amor recae sobre su historia y no sobre ella. Ella es intrascendente, es olvidable, no es visible y es casi como un café descafeinado. Sin embargo SU historia si es atrapante. Claro no puede estar desligada la una a la otra; pero en este caso es así. La historia es la que me motiva, la que me enamora, por la que me enamoraría/re, la personaje a lo sumo puede derivar en una sesión de 30 con un terapeuta recien recibido de una facultad de 50 pesos la cuota mensual, pero sin promesas de una segunda visita. La personaje se disipa, la historia me sigue taladrando el coco.
También la historia de la protagonista me genera del mismo modo, una especie de envidia profunda, ¿porque no haberla vivido, padecido o enriquecido yo con ella?. Me lleva a los 80, mi década favorita, aunque no la viví, me podría ayudar a derribarme mitológicas figuras y personajes que tengo sobre esos años, me ayudaría a romper mi nostalgia y evocaciones permanentes por los 80. En cada década que transcurre intento transformarme mas en un ochenta (si no hace falta ser muy visionario para saber que detesto todo lo relacionado a la moda de los ochenta), porque la viví, la eduque, la practique y cultive cuando, empecé a formarme de lo que hubieran sido los 80. Todo lo demás llego después.
Y el primer impacto de la protagonista de la historia, me da su madre; cuando ella me comentaba la historia de su madre, me la imaginaba como la rubia tardada, de la letra de sumo. Repasemos. Hay fotos de la madre en un elegante departamento ubicado en el barrio de Belgrano, es hija única, familia acomodada, era a su vez la querida de un militar argentino, pero con dos hijos nacidos de un matrimonio estable. Una doble vida bien llevada, por un lado sometida un sable castrense, y ser descargada y eyaculada con las ultimas gotas de un proceso militar, y por el otro lado, dos retoños que le asomaban cuando la vuelta a la democracia estaba ahí cerquita.
La democracia la encuentra a la madre, no en primavera sino en una estepa rusa, los militares deben replegarse, su pareja muere y empieza el destape alfonsinista. Ella se transforma en una Miny Mouse pero patinando descalza en la nieve. La primavera abraza a todos, ella se hace asimismo, una desaparecida de la democracia, un fantasma de la libertad.
La democracia la recibe con tres nuevos hijos, 84, 86, y 87, los mejores años de la democracia, los mundiales, parakultural y todo eso que bien narraban los cuentos de Laura Ramos llamados “buenos aires me mata”. Pero yo no los vi, ni los viví, y no me podía imaginar, porque no me pertenecerían, ahora desde afuera y siguiendo sentado escuchando la música, en parte si mi interesan, porque en definitiva terminé ligado a esa historia.
Y lo que se llamó punto final u obediencia debida, tal vez para ella de igual forma, habrá sido, se obedeció a seguir trayendo hijos al mundo, como si por cada desaparecido o apropiado, ella recuperaba la identidad, trayendo estos bebes. Los dos primero hijos morochos, uno aindiado y dos rubios, una en realidad escocesa (pero no nos adelantemos).
La película entonces tiene un fin previsible, del departamento de Belgrano y un living adornados con platos Taylor, y gustos como antes la oligarquía porteña podía darse, lleno de cosas que la gente compraba para toda la vida, de la noche a la mañana se lo mal vende, y pasa a vivir a una pensión en  el barrio de Colegiales.
En ese recorrido, también acompaña a su madre, como pasajera de un sueño, es decir a la abuela de la escocesa. No me corresponde hablar de ella, supongo que eran de esas madres que incondicionalmente seguían, contemplaban, y hasta admiraban la locura o los cambios en la psiquis de sus hijos.
Hay un quiebre, entra el año 88, ya la primavera no era tal, aunque para esta mini Mouse, que vivió un invierno, tal vez el cambio de clima si lo percibía y como si esos fallidos golpes militares de esos años, la empalagaran, decide ella hacer su ultimo asalto a la posteridad. Enferma del sida, o apenada por la muerte de Luca, o con la idea de que un grupo de militares podía acabar con ellos, o con ella, abandona a sus hijos, y los abandona sabiendo que los liberaba, ya de un descontrol o mejor dicho de una buena vida que ella no estaba dispuesta a darle. Creo que fue valiente y hasta es aplaudible, porque criar o mal criar algo algún Mesías de lo tradicional lo criticaría, pero tal vez la madre fue improvisada en este ultimo acto, alguna estrategia militar a la que estaba acostumbrada cuando cabalgaba entre las rodillas del general Lanuse, la hizo olvidado de que hay que tener todo cubierto al momento de lanzar una acción.
Abandono, pero eso si,  con una serie de acciones que hagan que ese abandono, sea en definitiva una transición, un paso hacia el mas allá de los abandonados. No señor ella jamás los abandonó en la calle, ni frente a ninguna iglesia, ni en la lluvia ni nada que genere una imagen de tristeza, fue un abandono de estratega, una generala montada a caballo que hizo su campaña en alguna adoquinada callejuela de la ciudad, abandonar a sus bastagos uno por uno.
Me levanto de la alfombra y prendo un parisienes para que llene de humo las cejas y me haga ver imágenes retro de esas secuelas. , la imagino como una intelectual al borde del suicidio, pero que deseándole dar una buena educación a sus abandonaditos, los coloca en una institución modelo. No hay culpas pense, cada uno es artifice de su propio destino, pero cuando uno solo se transforma en herramienta prestada, intercambia su destino o lo deja escupido en el cordón
Para desgracia, esta institución modelo (que por supuesto una mano anónima por mucho tiempo realizaba el pago por ellos) era administrado por una especie de profeta o personaje místico, que se decía sanador. El sanador asimismo también creía ser padre, el padre Omar supóngase, y el lugar se llamaba la obra del padre Omar. Sin embargo Omar habrá tenido descuidos, olvidos impositivitos, o no supo como transformar su obra en algo lo suficientemente creíble para seguir sosteniéndola. Un día hubo un allanamiento, clausura, fajas rojas el falso padre preso y los abandonaditos, ahora tenían una nueva obra a quien obedecer, El sistema infante juvenil argentino
Y es aquí donde me detengo porque lo demás, lo que seguiría a continuación si decidiera hablar sobre ella y no sobre su ciclo de escenas, es hacer una investigación exhaustiva (que alguna ves llevaré) sobre los intrincados sistemas de adopciones, de familias sustitutas, de mujeres y hombres miserables que suman nuevos hijos, mediante una especie de trueque comercial entre la justicia y la casa adoptante de turno. Pero eso insisto seria una nota para un suplemento policial o una tesis o monografía copiada por un estudiante del 4 año de derecho.
Y me detengo porque precisamente aquí, porque ya es acá donde comienza a moldearse la escocesa; no su personalidad, porque es imposible moldear algo que no se ha tenido, al no haber una identidad, uno se va auto formulando, pero con plastilina. La escocesa término siendo pedasos de plastilina de distintos colores, que ella iba creando y moldeando, pero siempre bajo una caricatura de plastilina adornada y cimentada por blister de varios colores que la fortalecían como quien se alimenta solo de leche.
La escocesa, pero que paradójicamente llevaba un apellido bien incaico, ese apellido de tela, fue un mantel, y fue ese aguayo protector la que le permitió ir susbsisitiendo alas divertidas penurias que los senderos de los sin sabores les fueron dando. Su historia no es heroica ni mucho menos, tampoco es triste, ni genera la necesidad de ponerse de su lado, pero si permite ver con otro matiz a cierto tiempo de sujetos que uno cree descifrar, pero que no es hasta con el ultimo beso, ese rico, ese que siempre recordas, cuando los terminas de entender.
Ese aguayo bordado que cubría a la escocesa, hizo que pudiera vivir bajo el olvido de sus hermanos, de hogar adoptivo a instituciones de reeducacion, de comunas religiosas, a comunidades terapéuticas, a escuelas privadas en Núñez, a establecimientos perdidos en el tercer cordón del conurbano. De viajes por toda argentina a no pasar mas de dos años sin salir de los limites del barrio de flores. Pero insisto el error es rendirse frente a estas circunstancias. Yo me rendí, me doblegué frente a la historia y no a su protagonista, insisto hasta el hartazgo, no me enamore de vos, sino de tus pesadillas, que tenias, que por alguna razón las quería hacer mías.
¡Quería saber eso que llevabas, carajo tenias el génesis, de los 80, estando con voz, me sacaba todas las dudas , iba tener mi voz de los 80.!
La escocesa descubre tarde el sexo, y es sin dudas la antihéroe de personajes con realidades como la suya. Si uno hace un paralelo entre la escocesa y sus compañeras de su ultimo hogar juvenil, ella llenó el campo del debut sexual, ya bien pasados los mayoría de edad, y dejo en blanco los casilleros, embarazo, abortos, prostitucion, lesbianismo, alcohol, puchos merca, hurto. Es mas la escocesa era justamente a su manera una especie de princesa en su comportamiento normal, parecía mas bien Candy
Y aquí detengo la música y paso por un momento a ser el protagonista. Corro a un lado a la escocesa y a su historia, y pongo a mi como el responsable. Hay los 80!
Candy, un dibujo animado japonés inadvertido para el gran público, fue tal vez mi primer dibujo animado por el que sentí, que me convertirían después, un buscador de causas perdidas, un justificador o un defensor de pobres y ausentes ad honoren. Ella era una chica huérfana, que realimente le pasaban las mil unas, debía estoicamente soportar todos los inconvenientes de su vida, pero creía en el amor y ella la hacia feliz esa creencia, ese convencimiento. Creo que mi vida, y pasando las relaciones, yo no idealizaba con la mujer ideal, sino que mi mujer ideal era ese dibujo animado, de alguna forma necesitaba que esa candy sea alguien en carne y hueso
Y para mi en algún punto, la escocesa era candy, la escocesa me resultaba horrible, la escocesa no sabia coger, la escocesa, era todo lo contrario a lo que buscaba en una mujer (real), pero por eso para mi la escocesa era ese animé oriental de la infancia, y era esa historia, su historia, esa película proyectada que abruptamente de chico deje de ver, culpa de alguna falta de cesión de derechos televisivos para seguir transmitiendo a candy, hizo que mi oportunidad de ver el final se haya truncado
Y allí estaba yo, estaba poniendo historia con candy, yo era el amor verdadero, yo era quien le iba devolver su identidad. Soñaba con su madre y la justificaba siempre por su decisión de abandono. La candy de la vida real, o en nuestra lapso de pareja humana, me generaba rechazos permanentes, era más bien una compañía, para soportar una reciente separación  que había tenido. Ahora bien, cuando se me cruzaba que ella era mi princesa escocesa, creía que todo lo lograba, y si no podíamos recuperar su identidad, hay escocesa mía, otra nueva íbamos a inventar, hay escocesa, te íbamos a dar esa vida, te llevaríamos corriendo a nombrar la princesa del reino del Once,  ibas a ser la primera rubia en colonizar los puestos de la plaza miserere, si querías.
Y pasaban los días y mi amor hacia candy iba en aumento, su historia cada vez me necesitaba mas, necesitaba seguir viviendo de su leyenda, me apasionaba, cada uno de los pasos que me contaba de su subsistencia, era una cucharada de dulce de leche chimbote bien dulce, que daba vida a mi paladar y a mi sentido de existencia . La amaba de forma ascendente, pero insisto hasta al hartazgo a su fábula.
Suena repetitivo pero créanme que la escocesa real y yo, bajo otras circunstancias jamás nos habríamos tomado el mismo colectivo, es probable que nos hubiéramos comido el hígado el uno al otro si era necesario, sin embargo hasta por momentos, cocinábamos nuestros manjares
Se me moja la alfombra al derramar el whisky y cambio de música, algo malo, algo que me de odio, se me ocurre poner reagge argentino, que creo que puede causar alboroto hasta en el mas purista y sabio budista oriental.
Creo de hecho nunca analicé, que era yo para la escocesa real, dudo que me haya visualizado como un anime japonés, dudo que me haya visto parecido al padre que nunca tuvo (eso me lo hizo bien saber claro), cuando me comentó que no tenia o no tendría modelos masculinos .Había tenido un solo hombre, el que la hace debutar tardíamente,  ese que le agrega dos gotitas de limón a su vida, que no es triste, ni dolorosa ni alegre, es simplemente su vida. No fui un espacio que cubrir, no fui un casillero o la tarjeta de la suerte del monopoly, de eso estoy seguro.
Puedo seguir buscando justificativos, para rellenar esta exhalación de aire, por allí en algún momento habré visto el final de la serie candy, en you tube o en algun video, y supe que ese ciclo estaba terminado, y que esa burbuja que contenía a candy, con la escocesa seria incompatible.
Tal vez ella adivinó primero, que yo rompería la burbuja, fue mas hábil, y me atragantó con mis  propias palabras que quedaron atoradas en mi pescuezo durante días, años tal vez.
Tal vez si me parecí mucho a su hombre de los sueños, a sus sueños de plastilina y creía que con eso la podía convertir en un cimiento, o en una base, pero ella solo podía vivir con plastilinas. Las manos solo construyen cuando hay realidades y los abandonos viven de sueños, que es mejor mirarlos desde lejos.
Candy ahora ya no esta disponible en you tube, de la escocesa real no se nada y es probable que jamás sepa nada mas de ella. Mi vida sigue, siguió, pasaron algunas relaciones, otras pasarán, me enamore creo de vuelta, vaya a saber.
Me angustia saber que no terminé de cerrar algunas cosas de los 80, me angustia saber si existirán nuevas candys.