domingo, 13 de noviembre de 2011

El cama coche




A veces voy donde reina el mar
Es mi lugar… llego sin disfraz

 Dudaba en realizar este viaje, en realidad la palabra duda por allí no es la mas exacta para describir, mas bien no sabia porque tenia que subirme a ese colectivo, tener que disponer 14 horas (28 horas si consideramos el ida y vuelta) tan solo para tener algo que hacer durante el fin de semana. Probablemente la verdadera intención del viaje, sea otra y tenga que ver con mis convicciones y con la forma en que deseo que mis principios sociales se lleven a cabo. Tal vez la razón real fuera escaparme de la nostalgia que me apabulla estos días e ir al litoral seria de alguna manera un pretexto justificable de dormir un poco mas, no tener que ir al microcentro y no tener que dar excusas, a esta altura ya ridículas sobre mis faltas permanentes en el trabajo.
El micro que me llevaría al norte era sofisticado, elegante pero pequeño. Me acordaba que 6 o 7 años antes, cuando fui a vivir a Buenos Aires, el micro que me había llevado eran de esos donde se percibía que la gente iba a buscar su aventura a la ciudad o de alguna manera personas que estaban convencidas de dejar para siempre sus calles, sus historias y reinventarse en esa ciudad, en la ciudad de las capitales, allí donde el, el supremo atiende. Puede sonar muy a música que hoy ya no la canta ni un León Gieco, pero en ese momento era así. 
Hace 7 años y a diferencia de hoy, ir a vivir a Buenos aires implicaba un salto de continente, hoy viajar a Buenos Aires es como cambiar de modelo de celular; pero a lo que iba es que me tomaba ese colectivo que 7 años atrás, no era por elección, sino por opción, una opción puramente económica, que no me daba comodidad, que no me daba servicios, que tampoco se si me entusiasmaba, pero que me llevaba encapsulado a una nueva vida o  a tratar de gestionarme un nuevo ser, frente a lo que había sido.
Hoy contemplo el ómnibus en el que estoy subiendo los escaloncitos y veo todos estos cambios y  si bien nunca me interesó la sociología para saber si estos cambios o transformaciones han sido buenas o malas, hay algo en lo que todavía estoy seguro; me sigue pareciendo rimbombante, las valijas y las ropas de quienes van abordar ese micro y comienzo a temer, a temer de lo que fui y en definitiva estoy convirtiéndome.
 Todo cambio tanto  en estos siete años, esa gente anteriormente no hubiera subido jamás a un ómnibus, y eran usuarios frecuentes de los  aviones, de la intriga de los cielos, del confort de las nubes y de las dos horas de volar. Hoy por el contrario, el viajar en ómnibus termina siendo una forma de demostrar un pretendido crecimiento social. Dudo de mi apreciación porque en definitiva yo estoy con ellos, evidentemente elijo este colectivo y no otro, pero me ha sacado mi madre el pasaje asegurándome una mejor forma de viajar y de poder llegar mas descansado. No opongo resistencia, tal vez porque deseo irme este fin de semana a como de lugar y esta es la mejor forma de secuestrarme, familiarmente hablando.
Todavía no lo he hablado con la Dra. Hoy la doctora es el anclaje hecho en forma de comprimidos que me permite soportar la cotidianeidad de los amores fugaces y esa doctora presentada en formas tan apretujadas, siempre me dan respuesta. En esta ocasión no hubo forma de hablar con ella pero aun como instrumento de defensa siempre pretendo crear un aura o una especie de rebeldía en mi imagen. Es cierto que ya he pasado los 30 y el que lea esto diría que en realidad me encuentro frente a una crisis tardía, mas que a una forma de  demostrar propósitos reales y exigentes de cambio,  pero yo creo que es todavía la unica forma de reBelarme, rebelarme de mi mismo, y de mis cambios, saber que esto fui, saber que me he construido a esta manera. Es como que busco indirectamente el no acompañamiento, el rechazo, el comentario y la mirada de reproche. No lo entiendo y no se si vale la pena contárselo a la doctora, la consulta ha subido y hay que exprimirle tiempo. Estas historias fugaces y que pronto se licuarán seria agregar algo insignificante a cuestiones sensibles que todavía no se resuelven y si requieren un blindaje mas fuerte por parte de ella y su sillón.
La noche anterior había tenido una fuerte borrachera, y aún recordaba a una de las mujeres con las que estuve presente en esa fiesta. Por supuesto no sucedió nada, pero su recuerdo, hablándome sobre lunas y esperando que sea yo quien la tomara y la lleve a dormir a su casa, cuando semanas antes me las había cerrado, potenciaba aun mas mi malestar y mis mareos, ya tradicionales al subirme a todo objeto en movimiento. El hecho de que el pasaje venga casi vacío me dio cierta sensación de poder divagar internamente y sucumbir ante mis cada vez precoces e infantiles proyectos que creía inventarme en el mediano plazo para salir de la monotonía eterna que estaba rodeándome; no obstante me alegró esa sensación de pequeña y limitada libertad que podía tener en el coche cama de mi ómnibus.
La persona que se presentó ante nosotros como directora de servicio a bordo no era mas que lo que comúnmente se conoce azafata. Es como una moza de tierra permanente, siento que esos personajes rompen la esencia de un viaje, digo no hay misterios, está todo empaquetado, somos un pequeño packaging, un container para exportar y esa directora de servicio a bordo seria como nuestro despachante de aduana. A veces me pregunto porque lei tanto a Kerouack, tanto a la generación beat si mis viajes son  imposibles (de lo cotidiano y mundano) para siquiera todo aquel amateur que decide lanzarse a la conquista del viaje.
Tenía poca carga en el equipito para escuchar música y este inmediatamente decidió dejar de ser mi ansiolítico natural y solo me acompaño 40 minutos del viaje. Era buena la música que estaba escuchando y eso me dio pena, no tanto por no haber cargado la batería del equipito, sino porque eso me llevaba indirectamente a transformarme en un actor de reparto del coche cama y caer ante todos los servicios que el mismo ofrecía y lo que es peor, ser una especie de psicólogo distante de las conversaciones que allí se producirían.
Las conversaciones en estos reductos me dejan sin respiración, no soy asmático, pero me gustaría poder quedarme sin aire, no hay forma de escapar, es estar herméticamente cerrado en una habitación ambulante, en el vídeo lullbay de cuando The Cure hacia buenas cosas, en una habitación de pensión donde todos son amantes y uno simplemente el cuidador nocturno, que debe permanecer vigía a la conversación continua y obscena que allí se dan.
A dos asientos delante de donde yo iba (yo tenia el ultimo lugar) y como una isla en agonía tenia recién a 3 asientos a las personas mas distantes. Me gusta esa sensación de rechazo que muchas veces proyecto, es un buen indicio de mi lucha interna. Lo cierto es que  mientras disfrutaba de mi pequeño ego a los gritos comienza a iniciarse una conversación, y como es común en estos casos, producto del click de finalización de una llamada telefónica de un celular.
El sujeto que cortaba la llamada es quien a simple vista uno identifica como quien acaba de llegar de un viaje y necesita de forma urgente buscar un interlocutor a quien comentar sus aventuras. Son hábiles estos tipos, no son ellos quienes inician el dialogo, pero cual hiena hambrienta siempre arman los escenarios para que una presa caiga, para que se interese, para que el, por un breve instante tome el rol protagónico un rol muy efímero, pero  que le sirve para seguir construyéndose cada vez mas. Yo por un tiempo lleve ese tipo de pelajes y perfeccioné mis tácticas. Sinceramente hoy me aburren pero decidí ver el truco del aprendiz.
A grandes rasgos el guión  de la puesta en escena es simple, se utilizan palabras puntuales, generalmente destinos exóticos que se visitó, el nombre de una compañía aérea, algún momento de sosiego, lugares escondidos para muchos, mas no para aquellos oportunistas de los viajes y fundamentalmente la vestimenta. El ropaje es el salvoconducto, es la piel que produce el efecto camaleón en estos sujetos.
El camaleón en cuestión luego de cortar su llamada telefonica, sabia que la presa había caído a sus mandíbulas, en este caso, una mujer de unos de aproximadamente 50 años, a primera vista muy mal llevados muy mal llevados, que sin dudas de forma inocente repregunto sobre la experiencia. Ahí tenemos a la  típica victima.
No escuché el destino que la hiena mencionó, pero me sorprendió ver su atuendo que uno a simple vista podría identificar como incaico, aunque no creo que los incas hubieran tenido los huevos de meterse semejante colorinche en el cuerpo-.lo cierto es que esa vestimenta, que hoy se nos presenta como inca, uno la puede encontrar  hasta en la Antártida. Sabido es lo avanzado y conquistador que fue el imperio inca, sin embargo hoy estarian maravillados que sus supuestas vestimentas se hayan traducido en una vestimenta uniforme en todo el territorio. Ni san martín, ni bolívar, ni Sandino ni el che,. Un aguayo y un buzo inca han sido los libertadores de America del continente.
Frente a esto uno se imagina la situación y la prosecución del relato por parte de los involucrados: pueblos distintos, el valor de nuestra moneda, que las culturas son diferentas, que  tenemos que adaptarnos, que argentina es lo que sea, pero que somos otros pais, que la naturaleza enigmática, que nos distinguimos, que la experiencia,. que hay que hacer este viaje, que es único, que se suspira, que se haría la paja (y que todos deberíamos hacernos la paja con la vista del Machu Picchu) imponente, aunque sea una vez en la vida, etc.
Si existiera un diccionario de lugares comunes, este tendría que ser lo suficientemente arrogante y prolijo y no permitir o por lo menos clausurar por un tiempo, entradas de este tipo de conceptos. La categoría viajes iniciativos deberían ser dejados de lado, en definitiva porque sus personajes no son mas que hologramas encadenados que aparecen y flotan en disitintos lugares de la superficie, con un claro y único propósito, encontrar y violar con nuestros discursos a indefensas personas, que gentilmente nos dedican su tiempo.
Ese patrón de conducta habitúe en los viajeros, hoy me ha hecho ver mas legitimo, mas genuino una persona que me dice "viajo 5 días al lugar mas concurrido del mundo, llámese la plata del mar o las sierras de la Córdoba", a tener que escuchar comentarios y experiencias en teoría peligrosas y con olor a aventura, pero que que hoy se leen en cualquier revista de peluquería y antes solo estaban en manos de  Hemingway.
Malditos adictos, y maldita forma de encarar la lectura. Hoy todos queremos ser hemingways, hoy todos queremos buscarnos encontrar nuestras propias aventuras, siempre y cuando nos tomemos el suficiente tiempo para encontrar inmediatamente algún receptor, cual antena radial en la época de la resistencia comunista que amplifique nuestro relato y que otros alumnos de la escuela" quiero ser un viajero aventurero" puedan tomarlo
La mujer de adelante, mejor dicho la victima del triste relato,  seguía atenta a la voz firme y poetisa y preguntaba, de forma permanente; no cabe duda que se encontraba en extasis, internamente todo este abanico de palabras que su compañero de ruta de 12 horas le transmitía era una copula que había quedado en el tiempo y sentía como cada una de estas palabras firmemente potenciadas por este turista de la nada, llenaban su sexo y esparcían vida por sus ya abandonadas y poco visitadas carnes.
Que mejor que un turista de la palabra, o alguien que viene de visita, para que ella pueda ser la guia turística de su territorio, de mostrarle sus abandonados y perdidos caminos, para dejarle un ritmo mas de luz a ese espacio perdido en un tiempo sin destino.
Es probable que el actor incaico se haya extasiado a medida que incoherentemente seguía con su relato y dio todo lo que podía de si, pero necesitaba que entre sus remolinos de frases asquerosas, hubiera una pared que devolviera su mierda en forma de sahumerios; aparte y esto me estoy olvidando de comentarlo y de pensarlo, siempre necesitas alguien que aunque sea  internamente tenga una noción de lo que le cuentan, y permita refutar  el dialogo vacío, el espiral cerrado-. Destino circular de palabras solo para uno. Pero si eso no se da, el comentarista de ocasión queda extenuado, la conservación queda trunca, acto seguido pronto llegaría la cena, el viajero tendría que ahorrar saliva para una futura victima que encuentre en su ciudad, y la mujer pese a ese abrupto corte,  esperaba que esas salivas que asolaban de su entrepierna sean su viaje hasta el almuerzo familiar del otro día.
Evidentemente la mala sensación seguía presente en mi, por lo que decidí acostarme y no aprovechar la cena del ómnibus. Por la borrachera que me había agarrado el día anterior había vomitado casi todas mis esperanzas de una vida tranquila y aunque tenia apetito, no tenia fuerzas para incorporarme de la posición 180 grados en la que estaba inmerso, por mas que el menú- salvando las distancias a una comida decente- a primera vista parecía tentador.
Simplemente en posición fetal y ya con las zapatillas sacadas, decidí mirar el ventanal y tratar de quedar en blanco, paso previo siempre a saber que por el contrario la cabeza no la tendré en paz y seré un caleidoscopio de imágenes pasadas y a proyectar. Creo que empecé a dormitar y sentí una mano que me acariciaba y tocaba, como solo una mujer bien amada sabe hacerlo; una caricia en el pelo prolija y medida, con la duración necesaria para evitar doble entendidos.
Inmediatamente pensé en Liz, en todo este tiempo solo Liz me había acariciado de esa forma, ella sabia que pese a cualquier escudo o fuerza, seria un zángano que todo lo dejaria por su abeja reina cuando ella empezaba a acariciarme el pelo de esa forma. Tal ves mi relación con Liz solo estaba sustentada en sus trabajos meticulosos sobre mi pelo y en mi caso estirarme sobre  las anchuras de sus flacas piernas.
No recuerdo como se denomina a ese estado, donde uno esta soñando pero es conciente del sueño y hasta incluso puede manejar el sueño a su antojo; pero como no lo se, es probable que haya estado despierto. Volví a pensar en Liz solo porque hace mucho que no lloro y se que ella en su distancia imaginaria`por ahí me podía intentar sacar una lagrima, en realidad no ella, sino todavía acordarme cada rincón del espacio en donde compartí con ella; no se llora por las personas, se llora por esos espacios ocupados y que hoy han sido despojados por recuerdos.
En ese asiento de colectivo donde ya mi culo empezaba a hundirse podía ser un perfecto cartógrafo de ese diminuto tres ambientes ubicado en una de las peores zonas de la ciudad donde vivamos con Liz, al que sin embargo hoy lo veo siempre lleno de vida y luz, y recuerdo absolutamente hasta cada pedazo de miga que quedó bajo el piso de parquet, luego de haber compartido un sándwich, nosostros y los perros
También intento llorar porque en todo este tiempo de nuestra ya irremediable separación he escrito y publicado sobre un sinfín de cursis personajes, historias falsas, gentes desconocidas, redes sociales, letras musicales, lenguas de ocasión; incluso  sobre cortos y pobres amores que creí renovar y salvo en formas ocasionadas o deforma indirecta mezclándola con falsos personajes nunca la aborde directamente. 
Tampoco hay mucho de contar sobre ella, eligió una vida  que yo no estaba en condiciones de darle nunca y no es feliz; eligió, se autodeterminó pero sigue siendo triste, eligió una hombría o una suerte de seguridad permanente que por allí conmigo  carecía, pero intuyo que me extraña, y yo la extraño, sobre todo cuando viajo 14 horas arriba de un colectivo y lo único que me acompaña es el resto del alfajor comido y una caja de sahumerios( la tire dos dias antes de viajar). Se con certeza que no nos veremos nunca mas.
Pero una segunda tocada sobre la cabeza, me hizo abandonar la idea de que podía ser Lis, y pensé en I. I es un misterio, es un enigma que los dos decidimos resolver cada uno a nuestra manera, siento que desde dos lugares diferentes ambos nos tiramos pistas para poder terminar de dibujar un mapa, de la manera mas difícil, y por allí con resultados muchos mas lentos que los habituales .Es un dilema I, es hermosa y su belleza congelada me aterra y me da miedo que ella no lo sepa por mi. Realmente deseo tenerla y en este viaje quisiera estar sentado con ella, ni siquiera de una forma sexual, solo viéndola, solo saberme privilegiado por  ser el sedante de su paso del tiempo.
No hay tiempos con I y tampoco me angustia como transcurren las cosas con ella, me gusta su simpleza y que de a poco me termine sacando mi poco hilo de racionalidad. Quisiera verla y ya veremos como dibujamos un mapa, sea lineal, con curvas o a los tachones el trabajo ya esta hecho. Podemos estar rodando en algún momento, ahora somos un cemento muy fijo, demasiado encartonado, pero se que flotaremos o intentare que aunque sea en mi imaginación así sea.
Pero era la azafata, que luego de manosearme con una disciplina alemana, me termina de despertar diciéndome, casi de un modo maternal si no quería tomar una copita de champagne. Le dije de forma despectiva, hasta soberbia que estaba cansado y que no me sentía bien. En ese momento pareció que se hubiera olvidado de todo el pasaje y se puso en la misma ubicación en la que se coloca mi doctora cada jueves, cuando hacemos el pacto profesional enfermo vs. profesional aun mas enfermo pero con derecho a pago, como son los psicoanalistas.
-Te va convenir tomar algo, te puedo traer un te de hierbas, te veo muy demacrado y con esos ojos tan llorosos
- No son llorosos- es que tengo chicos los ojos
Y dije que no, tímidamente lo dije, aparte me encontraba sin mi gorro, y últimamente si no tengo el gorro, me veo como un saquito de te ya seco en el fondo de una taza, débil, áspero, sin brillo.
-Tenes los ojos demasiados llorosos insistió
Ja (dios mio en decir eso),es que me duele un poco la cabeza, quiero dormir pero no puedo pensar y si pienso lo único nítido que me sale, es salir del asiento, agarrar el volante y ponérnoslas contra la primer estación de servicio que encontremos.
-Hay que ser libre y fuerte me dice, apretandome la mano y nuevamente me toca la cabeza, esta ves no de la forma maternal en que venia haciéndolo sino como una manera de jugadora de generala, de haber tirado primero los dados y que en el paño verde, yo siga con los movimientos necesarios para seguirle el ritmo y desnudarme en lo espiritual. 
Me sopla al oido y se va por el pasillo desierto del colectivo…
Me quedé dormido y me asusté, la ruta del viaje está previsto que pase por provincias del norte, que son llanas, chatas, con pequeñas ondulaciones que ni siguieran son pretenciosas, intentan estar mas arriba de Buenos Aires aunque sea en altura ,pero ni eso pudieron. Urquiza tu perfume y tus doscientos hijos se pueden ir a la puta que los parió.
Sin embargo a una de esas provincias la sueño con montañas muy altas, y yo me veo subido en la montaña arengando a un grupo de personas, como si fuera un candidato a concejal de un pueblo, supongamos excandidato político del partido la provincia que ahora tiene montañas. Y esto era un milagro y evidentemente yo encarnaba una suerte de milagro o fe.
También lo sueño a Federico Moura pero no me canta en el sueño, solo me habla y me alienta, no recuerdo sobre que,. Pero me gusta soñar con Moura, me dan semanas de tranquilidad.
Sobre el final del sueño y es lo que lleva finalmente a levantarme me encuentro teniendo que hacer aduana y mostrar mi pasaporte en el límite entre dos provincias y una tenia un nombre, o la ciudad aduanera mas grande era entrerriana. Era Chajari, yo recordaba mucho de niño a Chajari, esos viajes interminable que hacia con mi padre, viajes muertos, con un padre que jamás los volvería  a hacer y ya con rutas que no permiten hoy ese tipo de recuerdos. 
Igual me da gracia pensar ese tipo de viajes y me reconforto en ello, pero me aterra ver convertida a Chajari en una mega ciudad, en una típica ciudad de provincia, con sus familias, con sus peatonales,, con sus celulares y sus motos, sus telos y todas las marcas de forros y la farmacia de moda, que remplazo a los brujos y curanderos locales y con el neon esparcido por todas partes. 
Y por eso solo puedo transitar en colectivo y olvidarme de los viajes en autos y entrar a explorar cada ciudad. La exploración ya paso de moda, hoy cualquier pueblucho es una calle de cualquier capital. Ya no hay mas tiempo para las sorpresas geográficas. Te venden el arte del bodegón y la estancia del campo a precios irreconocibles para el parroquiano de boca ancha, que solo desea su mesa de compañera y entregarse al calor de la botella y no ser el atractivo de una publicación para niñas ricas que no saben como gastar su tiempo.
Cuando me despierto, la cena ya había sido levantada(en que momento la sirvieron) y tenia frente a mi una película, que parecía agradable, pero  yo debía proceder a mi rutina eterna de aquellos días, rutina para nada descartable de los 2 mg de clonazepan y el medicamento frances que venia tomando desde hace 8 meses que me daba esa alegría artificial.
A esta altura los veo como sabrosos, casi como a un viejo caramelo sugus masticable, cada día me los saborizo de forma diferente, ayer creo eran mango y papaya, hoy son mandarina, mañana seguro serán sabor a concha de la vieja de 50 años sentada 3 asientos adelante.
-Se mejoro el dormilón, me dice serena y desafiante la azafata del micro.
-Un poco,. Pero tengo sed y me olvide de pedirte algo de agua
Quédate tranquilo me dice con una voz en 35 revoluciones y saca de una pequeña heladera que no había visto que tenia atrás, una botella de agua chica. Esta es tu botella, aunque pensaba traerte algo mas fuerte así podes descansar de tus pensamientos, continuo repitiéndome en un mismo tono de voz.
Vi sinceridad en sus palabras y me vi a mi mismo perdido, perdido en estas oportunidades paganas que ocurren de ves en cuando, que otros las cuentan, que a otros les pasan y que yo las tengo, pero no me las apropio. Tal vez por no ser el actor que tanto critico; tal vez por no ser un acopiador de personajes o de historias sin rumbo, de historias que solo me importan a mi.
Ante mi negativa, me dice que va estar en la primera butaca leyendo, y que me levante cuando quiero a pedirle algo para mejorarme. Que esta para servirme y que no sea timido, que los miedos pueden estar siempre, pero nunca a bordo de un colectivo.
Le agradezco, intento seguir durmiendo y aprieto fuertemente la 4ª edición de “Los Suicidas” de Antonio Di Benedeto, que traigo conmigo al lado del asiento.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Tarjetas Personales



La discusión con Andrés se tornaba interminable. Ninguno de los dos podía tener certezas sobre el futuro de las izquierdas latinoamericanas y la calurosa noche que caía sobre el malecón de La Habana, tampoco podía dar luz a nuestros pensamientos.
Aturdidos luego de varias rondas de un áspero ron, comprado a esos jóvenes que los veíamos como defensores de la revolución, pese a que las canciones que brotaban de sus equipos de mp3 hablaban de “libertades” “gap” y nuevas formas de vida tan solo animándote a cruzar el mar.
- Vamos argentino, deja de tus pendejadas nostálgicas y marchemos a Varadero a divertirnos un rato!, yo invito añadió Andrés Pirazolli, el famoso abogado Andrés Pirazzoli, famoso porque su corta estatura y desproporcionado peso, generaban una simpatía que el sabia aprovechar (y exprimir) al máximo, mas desde que fue elegido como Director de Greenpeace México.
La idea era tentadora, hacía varios días que estábamos en Cuba y aun no habíamos ido a la playa. -Tomemos una cristal (la cerveza de Cuba) en un bar cerca de la plaza de la revolución y ahí lo meditamos mas despejados , además esos sitios son  tranquilos y naturales, sin embargo no figuran en ninguna de las guías turísticas que se venden en las megas librerías a la que el argentino suele pasar sus horas en Buenos Aires, pero si son de esas clases de lugares, en donde una tarjeta personal que digiera “Director de Greenpeace México” nos podía asegurar las mejores bocas, las mejores bocas del caribe y los mas deliciosos cuerpos morenos de todo un país; país cuyas mujeres solo saben amar hasta el desenfreno y buscan endulzarte en sus cuerpos, ya recubiertos de su azúcar (no en vano el mejor azúcar es de allí),;y solo, tan solo por abrir tu billetera y exhibir una tarjeta personal.
-Te tomaran como un amante, como su fiolo de una noche, vas a perder plata Andrés, te untaran el culo y vamos a quedarnos sin plata grito el argentino
En realidad lo que mas deseaba el argentino en ese momento, era estar en su pequeño dos ambientes del barrio del Once, viendo sus revoluciones a travez de los cuadros del che que había comprado en algún puesto de madres de plaza de mayo, y soñándose en la habana con su compañera, sin necesidad de tarjetas o cualquier alcohol barato para darse valor a tomar cualquier decisión por mas mínima que esta fuese.
Mientras pasaban por el Hotel habana Libre, una sonrisa tomó por sorpresa al argentino, una sonrisa que imaginó similar a la que tenían los habitantes de La habana, el dia que entraron las tropas de Fidel, una sonrisa pura y a su vez siniestra, como la que toda su vida pensó en recibir en su vida universitaria, que jamas por supuesto ocurrió.
Al notar que esa sonrisa se proyectaba cada ves mas hacia el rostro con barba pre revolucionaria del argentino, este tomado de un valor (que en su país no tendría) comenzó a acercarse y llamo a la pequeña cubana (rubia) y a su compañera (rubia), haciendo las introducciones tradicionales que todo hombre argentino debe hacer
- Oriéntanos hacia como ir a un lugar divertido dijo con voz segura el argentino (después se sorprendió de haber mencionado la palabra “divertido”, ya que esas calles podían ser cualquier cosa, podían ser artificialmente de cualquier forma, pero bajo ningún modo podían ser catalogadas de divertidas, no se respiraba diversión, mas bien melancolía por ser calles que se forzaban a divertirse para mostrar un paraíso imaginario comunista que ya no existía mas).
Andrés era ajeno a todo este espectáculo, además era notoria la diferencia de edad que había con el grupo del argentino y las niñas cubanas, por lo que supuso y comprendió para sus adentros que durante el resto de la noche tendría un papel secundario, limitándose simplemente a observar el deseo (o tal vez la falta de) de ese argentino por esas bonitas cubanas, a las que lastimosamente les hacia recordar y verlas similares a sus hijas que vivían en el Df., y cuyas ostensibles fotos, llevaba consigo en una hermosa billetera de cuero de caimán colombiano .
Caminando hacia el antro recomendado por las chiquillas, el argentino observó los pies de las cubanas, pies acostumbrados a bailes y a calor tropical, a movimientos, tan distintos a los insípidos pies que veía rutinariamente en sus días de yoga, pero que resultaban desproporcionadamente grandes para el tamaño de sus cuerpos.
Andrés mientras tanto comenzó a preguntar a las muchachas sobre la vida y la revolución, mencionó la necesidad de valorar el sacrificio del pueblo cubano y del deber de todos los americanos de rendir culto a este país, mientras que la compañera de mi amiga de sonrisas, solo reía y brevemente acotaba que ella nunca había salido de los límites de La Habana, que no conocía el resto del “país revolucionario” y que soñaba ir a México (porque de allí había venido la revolución y en su casa en las comidas siempre se hablaba de México). Al argentino le pareció extraño que no menciono Argentina en sus anhelos; tal vez el Che había dejado de ser famoso por La habana en esos años.
Cuando Alma ( recién recordó su nombre dos años después en aquella mesa del bar de cao  en el mismo instante en el que ponía fin a su noviazgo), sugirió entrar al antro llamado “Diablo Tun Tun”, el argentino sintió un súbito miedo, y no porque el nombre lo haya vinculado a cualquier índole religiosa (era agnóstico), sino por la facilidad con la que en pocos minutos se había con la rubiecita cubana de pies grandes, tetas de la forma de la isla, y ojos como los del che en la foto de Korda.
Tampoco le agradaban ese tipo de lugares a los que imaginó mal iluminados, con cuerpos entrados en carnes, bailando alrededor de el, bailarines en camisa blanca que estimulados por el barato mojito industrial, hacían contorsiones permanentes a los fines de aproximar sus pelvis a sus morenas acompañantes de pasión en la pista.
Antes de entrar confió al grupo que no sabia (en realidad detestaba) bailar y que no se sentiría cómodo moviéndose al ritmo de una música que tampoco le agradaba, y que tan solo quería entrar, tomarse una cristal (la cerveza de cuba) y disfrutar el momento. Fue entonces que Alma con una deliciosa lengua acaricio su oreja izquierda, lo besó fuertemente y susurrándole le dijo que aquí en estos lugares no se charlaban (tal vez charlar no era lo que en ese momentos pronunció) y que la siga a ella toda la noche.
Adentro ese reflejo imaginario que FB, había tenido sobre el lugar, cambio radicalmente cuando observó amplios salones que olían a perfumes recién abiertos de free shop, habanos mal fumados y prendidos por zombies europeos que bajo la figura del turismo revolucionario solo pretendían saciar su limitada potencia sexual imperial con adolescentes que buscaban desesperadamente euros.
-Que proletario todo esto! comentó Andrés, que a esa altura sentía pena por lo que estaba viviendo y que sus discursos ecoverdes de Greenpeace no le habían enseñado a diferenciar, sin embargo ofreció ir a las chicas a conocer varadero, ya que según ellas (o al menos una) jamás había salido de los límites de la habana.
FB se noto aterrado, y tal vez por un miedo, solo quería estar con Alma, se imagino a Alma como su futura esposa, se vio en una huerta cosechando caña  con ellay los pies de Alma (tal vez en ese momento creyó que Alma era su compañera a la que el creía dormida en ese invierno de Buenos Aires donde caía la nieve, mientras en la habana lo único que caía eran gotas de un sudor empañado de alcohol).
-Para chico gritó Alma, tampoco te creas que por tu acento y tu barba revolucionaria!, me vas a besar y poder tocar asi de sencillito y de baratico, acá las cosas no son como te imaginas y si queras sentir el mito de la revolución tenes que ponerte bien y bien puesto.!
 Acto seguido con una fuerza desproporcionada para la pequeñez de su figura, tomo del hombro al Argentino y lo arrastro hacia una pieza, que contrarrestaba totalmente con la lujosidad de ese imperial palacio disco de la tropical habana.
Primeramente el argentino se negó a entrar a la pieza a la que era llevado (pero tal vez con las ganas de  que allí si, en esa humilde pieza encontraría ese sabor de la revolución perdido) finalmente accedió. Para su sorpresa, la dulce cubana llamó a dos inmensos morenos (no olvidemos que estábamos en un barrio de morenos) a que la socorrieran. Exigieron una cantidad de dinero (a FB le pareció ridícula en proporción por el probable sexo que podía obtener), si es que tendría) y justificaron que si vas a la playa de Varaderos, es que ests dulce chico, para pagar por los servicios de esta mujer nuestra.
Andrés a esta altura solo y con varios mojitos bebidos, comenzó a preocuparse por la ausencia ya prolongada de su amigo y la de su compañera de turno. Sabia que el argentino iba tener sexo esa noche con la chica, por lo que esa ausencia era dudosa, Mientras el ron Habana club le seguía taladrando la cabeza reflexionaba por primera vez con claridad en esa pesada noche,  y se convenció para sus adentros que a las revoluciones no la mantienen ni las remeras, ni los cuadros, ni las fotos, ni las estudiantes de cualquier facultad latinoamericana de humanidades, tampoco la revolución se hacia hoy con hombres heroicos, hoy lo que verdaderamente importaba era tener una tarjeta persona a mano que indique tu nombre y tu puesto y cuanto mas alto sea tu puesto, mas revolucionario serías
Luego de ese reposo mental, comenzó a dar vueltas por el lugar, y a el también al notar ese cuarto pequeño, tan diferente al resto del lugar le pareció el lugar mas apropiado para encontrar a su temporal amigo
-Este guey cree que debes cojerte en el peor de los lugares para ser soldado de la revolución, suspiró Andrés, aunque por allí mas bien grito esa frase en el medio de la disco. Por supuesto nadie lo hubiera entendido
Abrió la puerta y sin mediar palabra, como si fuera un robotito hecho por algún estudiante de ingeniería, algo mas bien rustico, torpe, comenzó a sacar de cada uno de sus bolsillos tarjetas, stickers y  llaveros de Greenpeace. Acto seguido los dejó sobre la mesa y guiño a los ojos a los morenos y a la rubia, que en realidad a esa hora en el que el sol empezaba a entar por la ventana de la habitación, claramente la mostraban como a una morena con peluca amarilla; FB fue liberado de los brazos morenos y ambos salieron inmediatamente de la discoteca .
Las letras verdes de la multinacional del ambiente, sin dudas fueron más fuerte que cualquier negociación plagada de voces fuertes y demostraciones de hombría latina, incluso mas fuertes que un fajo de 20 euros
Al otro día Andrés Pirazolli viajaba solo en bus de línea comercial a Varadero, mientras el argentino se quedo tomando un helado en Copelia, luego de ver por tv que en Buenos Aires, ese 9 de julio estaba nevando.


Bajamos los dos de la bicicleta y nos sentamos sobre la baranda a mirar el río. Pronto siento que se me ablandan los hombros. Todo cambia de color; es el atardecer. Antes de que me pase mas nada, siento la obligación de advertirle a I

- Lo único que tengo es la bocina de esa bicicleta. La bici es prestada, mi novia me dejó por mi mejor amigo y el departamento donde vivo está en la peor zona de la ciudad
Ella se levanta, busca su mochila, la abre y empieza hacer el ring ring con una bocina igual a la mía

miércoles, 2 de noviembre de 2011

espejos y pelotas


La luz llena el espacio y me obliga a cerrar los ojos. Lentamente me voy habituando, y cuando ya casi puedo divisar mi entorno, una voz aguardentosa me hace desandar esos metros hasta salir al exterior. Y el exterior es una cancha de fútbol, pero de un tamaño reducido.
Hay jugadores corriendo. Parecen estar haciendo movimientos precompetitivos. Pero no logro verles sus rostros, como si esa misma luz que me cegara el principio siguiera jugando conmigo. Recién ahí miro hacia abajo y contemplo mi indumentaria. Es celeste y blanca, a rayas. La juno de algún lado, pero en eso un silbato me sorprende. El juego comienza.
Sin que la pida, la bocha me llega al pie derecho. Levanto la cabeza y veo una sombra correr a mi izquierda. Lanzo el pase y llega a destino, pero cuatro seres rodean a mi “compañero” y se la sacan. La sombra me hace un gesto. Creo que está enojada.
Al rato me encuentro corriendo hacia el balón, pero me sale al cruce un esquimal. Chocamos y se desintegra. Algo cae sobre mi frente. Es algo blando, gelatinoso. Me lo quito y lo tiro al piso. Sigo corriendo, pero el balón ya no está. Un viejo, salido de un cuento de Rivera, desde bastante lejos me grita “marca a alguien cuando volvés”. Volver? A dónde? No se ve más que césped y sombras. La claridad oculta todo lo demás. Vuelvo a mirar al viejo, que se saca la gorra y vuelve a gritar, pero esta vez dice algo así como “si te hacen el dos uno pedí ayuda”. Ayuda? A quien?
No sé cómo, pero me hago de la pelota. Avanzo unos metros y me sale un ser. No lo veo con nitidez, aunque percibo su brutalidad. Intento gambetearlo, pero es como si mi cuerpo no supiera hacer eso. A lo lejos me parece divisar un arco. Tomo carrera y pateo. Una vincha cae sobre mis ojos, pero alcanzo a ver cómo la pelota se pierde en la luz. Hay como un murmullo, pero no es de alegría. Entonces me caigo y un señor de pelo largo me pega en la cara con su botín. Me duele, pero a la vez me siento bien. Entonces alguien dice Pollo.
Grito. Sólo, en el medio de una habitación. Grito. Extrañamente no estoy transpirado. Me paro. La pieza está vacía. Lo único que hay es un espejo. Voy hacia él y me paro enfrente. Al principio no proceso lo que veo, como si la mente no quisiera admitirlo. Pero es él. Es mi odio personificado. Es el reagge. Soy yo. Quiero gritar, pero esta vez no puedo. Corro hacia todos lados, pero no hay puertas ni ventanas. Finalmente, como poseído, vuelvo al espejo. Lo miro por unos instantes, hasta que cierro la mano izquierda y golpeo el espejo. Vuelan los vidrios por doquier. Entonces, me agacho a recoger uno y me corto la garganta. Sale un líquido. Pero no es sangre. Será gel, pienso, mientras lentamente voy perdiendo la verticalidad. Marcelo no estaría contento al verme.